DT 01/05 - La calidad del empleo en el Uruguay 1984 – 2003
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Durante el período de crecimiento del PIB no se aprecia un deterioro en la calidad del empleo; a diferencia del resto de América Latina, la mayor parte de los empleos generados hasta 1998 fueron en relación de dependencia en el Sector Formal Urbano Privado con un componente, moderado y estable, de empleo no registrado y subempleo. Durante la recesión 1999 – 2002 y hasta el año siguiente se deteriora la calidad del empleo por el aumento del subempleo y del empleo no registrado, que acompañan el aumento del desempleo, de la emigración, de la pobreza y de la exclusión. El problema del empleo en Uruguay constituye un caso “atípico” con relación a la informalidad en América Latina y el mundo subdesarrollado.
Una parte importante de los trabajadores que se consideran informales en la definición operativa de OIT/PREALC no tuvieron problemas de empleo entre 1991 y 2003. Por otra parte, se detectó un porcentaje importante de trabajadores asalariados con problemas de empleo en las empresas de mayor tamaño, de modo que la informalidad urbana no se identifica con los empleos de mala calidad (Fernández 1995, Notaro 1995 y 1999). ¿Es posible hablar de un sector informal integrado por micro y pequeñas empresas, con capacidad empresarial pero sin acceso al crédito, a los bienes de capital, al cambio tecnológico, al aumento de la productividad y los ingresos? En el caso uruguayo a comienzos del siglo veintiuno la categoría “sector informal” requiere una redefinición, que permita poner el énfasis en una parte de sus componentes históricos y, al mismo tiempo, incorporar el análisis de las limitaciones a la condición de ciudadanos y al ejercicio de los derechos que formalmente les reconoce el Estado a los trabajadores, como los sindicales o políticos. La información disponible permite construir indicadores confiables de subempleo y de cobertura de la seguridad social para los primeros años del siglo veintiuno.
Se puede señalar como principal carencia la insuficiencia de información sobre el ejercicio de los derechos sindicales y la participación de los nuevos actores sociales, lo que sería imprescindible para tener un panorama más completo de la calidad del empleo. Las políticas dirigidas a mejorar la calidad del empleo deben implementar un abordaje a partir de la actividad económica y la categoría ocupacional, para luego caracterizar a las empresas, a los trabajadores, sus condiciones de trabajo y niveles de ingresos. En primer lugar, se debe considerar el servicio doméstico y la construcción, por el predominio de trabajadores no registrados, altas tasas de subempleo y desempleo, y remuneraciones muy bajas. En segundo lugar, los trabajadores por cuenta propia sin local, principalmente en el comercio minorista y la construcción, presentan la menor cobertura de la seguridad social y los menores ingresos. Tercero, se debe plantear el rediseño de la cobertura de la seguridad social en salud y desempleo. En todos los casos, hay que evaluar la legislación vigente y promover su cumplimiento, no sólo por la acción del Estado como inspector, sino por la organización de los trabajadores afectados.
Como es sabido, donde no hay sindicato la probabilidad de que las leyes no se cumplan es mayor y se manifiesta en la menor calidad del empleo en el interior del país, en las pequeñas empresas y en parte de las formales. Es necesario incorporar al Diálogo Social a los actores que no están comprendidos en la relación salarial, ampliando la base social para lograr una mejor representación, promoviendo la superación de las dificultades de organización con programas de fortalecimiento, no sólo de los actores tradicionales. Para los asalariados no registrados, los trabajadores por cuenta propia o del servicio doméstico, organizarse y tener representación ha resultado imposible hasta el momento. Para las empresas micro y pequeñas, negociar es difícil y caro y cuando existen negociaciones sectoriales, quedan representadas de hecho por las empresas grandes, sin que se manifiesten los matices de problemas e intereses, constituyendo un factor adicional de estímulo a la informalidad o al trabajo "en negro" ¿Cómo incorporar la representación de estos actores?