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Una investigación sobre jóvenes millennials derriba mitos sobre estudio y trabajo

El viernes 30 de noviembre, en la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración (FCEA), se presentó el libro Millennials en América Latina y el Caribe: ¿trabajar o estudiar?

Esta investigación fue realizada en el marco del proyecto Escuchando a los jóvenes de Latinoamérica y el Caribe y es parte de un esfuerzo regional liderado por Espacio Público con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el International Development Research Centre de Canadá (IDRC).

El estudio tuvo como fin producir información que ayude a formular recomendaciones de políticas públicas orientadas a la situación de la juventud desvinculada del sistema educativo y del mercado laboral.

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El decano de FCEA, Jorge Xavier, abrió la actividad con palabras de bienvenida y sobre esta generación de jóvenes dijo: “en nuestra casa de estudios ya estamos recibiendo estudiantes que nacieron en este siglo y es todo un desafío adaptar nuestras modalidades de enseñanza para ajustarlas a las características de la generación que estamos recibiendo”. Añadió que “más que problemas de aprendizaje de nuestros estudiantes, somos el cuerpo docente quienes tenemos problemas de enseñanza”.

Además, destacó el trabajo de Martín Leites, Laura Rivero, Gonzalo Salas, Lucía Suárez y Andrea Vigorito, investigadores del Instituto de Economía (IECON) que escribieron el capítulo de Uruguay: “para esta casa de estudios es motivo de honor contar con investigadores de este nivel”, dijo Xavier.

Morgan Doyle, representante del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Uruguay, señaló que “es importante entender cómo los jóvenes toman las decisiones y los desafíos que enfrentan. Este libro es un aporte muy útil”.

Señaló que este informe demuestra que “los nativos digitales están mucho mejor preparados de lo que se pensaba y demuestran altos niveles de habilidades socioemocionales pero tienen carencia en habilidades cognitivas”. También remarcó que “aunque la educación se ha elevado de manera significativa en la región, hay brechas relevantes en los años de educación que alcanzan los jóvenes y hay disparidades según los países de la región”.

Doyle indicó que “es oportuno tener en cuenta por qué los jóvenes eligen estudiar o trabajar. Hay un montón de variables que influyen en la decisión, como el acceso a la educación, los años de escolarización promedio, el nivel socioeconómico, el entorno familiar, la información que dispongan, las habilidades con las que cuentan, la maternidad o paternidad temprana y la percepción que tienen sobre los retornos de la educación a mediano plazo”. 

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Joanne Frappie, Embajadora de Canadá en Uruguay, dijo que “este libro es de mucha utilidad para los gobiernos que deben desarrollar las políticas públicas pero lo es también para los padres y madres que deben continuar con el apoyo a sus hijos e hijas y para dar una voz a la juventud que piensa diferente a nosotros”.

Rafael Novella, uno de los investigadores y editores del libro, realizó la presentación y aseguró que “hay mucho desconocimiento sobre las características de esta generación”. Explicó que “los millennials son una generación con un gran potencial y las políticas públicas deben ser capaces de aprovechar estos recursos”.

Esta investigación busca desmitificar creencias sobre los millennials: según los datos recabados en la región 41% de los jóvenes están estudiando, 21% sólo trabaja, 17% combina trabajo y estudio y 20% de los jóvenes no trabajan ni estudian.

Mito 1: ni estudian ni trabajan

Sobre este último grupo, los denominados ‘ni-ni’, Novella señaló que “los ‘ni-ni’ tienen una imagen muy negativa, se piensa que son jóvenes inactivos. Sin embargo, la definición es muy restrictiva, porque si bien son jóvenes que no trabajan ni se capacitan, no significa que sean jóvenes vagos”. La investigación demuestra que un tercio de ellos está buscando activamente trabajo, mientras que los dos tercios se dedican a tareas del hogar, al cuidado de niños y niñas y personas mayores o a colaborar con negocios familiares. Un dato importante es que la mayoría de este grupo son mujeres. Novella resaltó que “solamente el 3% de los ‘ni ni’ no hace ninguna de esas actividades, es un porcentaje ínfimo de jóvenes que no están haciendo ninguna actividad productiva”.

El estudio también hace referencia a los jóvenes “‘ni-ni’ que son madres y padres: “tener un hijo antes de los 20 años tiene una asociación muy fuerte con el abandono de la educación y con no insertarse en el mercado de trabajo”, explicó Novella. “Quienes sí se insertan en el mercado de trabajo se enfrentan a un mercado laboral hostil. El 70% de los jóvenes que trabajan, lo hacen en el sector informal. Es un porcentaje altísimo”, agregó.

Mito 2: la preparación de esta generación

El segundo mito que el estudio derriba es que “son la generación peor preparada y que tendrían problemas para insertarse en un mercado laboral cambiante, en el que la automatización amenaza a las ocupaciones”, explicó Novella.

Sin embargo, los jóvenes tienen habilidades emocionales altas como buena autoestima, alta perseverancia y autoeficacia, en este sentido, el investigador remarcó que “una vez que los jóvenes se ponen una meta, van por ella. Esto es muy importante, y hay mucha literatura que identifica que tener perseverancia permite lograr las metas educativas y laborales”.

Los millennials tienen a su favor que son nativos tecnológicos, “lo que los deja mejor parados de cara al mundo del trabajo. Es mucho más sencillo para ellos que para las generaciones previas”, comentó Novella. Otra de las características que los diferencian es su visión de género más paritaria: “consideran que el rol de la mujer en la sociedad es similar al del hombre, eso es un cambio importante y que va a permitir derribar alguno de los problemas que aquejan a la región”.

Sin embargo, los resultados mostraron “luces y sombras sobre su formación”. Porque, según explicó Novella, “a pesar de tener desarrolladas algunas habilidades emocionales, los empleadores encuentran que les faltan otras, como liderazgo, trabajo en equipo y responsabilidad”.

Por otra parte, la investigación indica que “los jóvenes tienen rezagos en habilidades cognitivas como la matemática y también en habilidades importantes para el mundo globalizado como el hablar inglés”.

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Mito 3: aspiraciones sobre el futuro

El tercer mito que derriba esta investigación es que los jóvenes no tienen aspiraciones sobre su futuro: “los jóvenes no sólo son soñadores sino que asignan una probabilidad muy alta para que sus sueños laborales y educativos se logren” remarcó Novella.  

El 88% de las personas encuestadas asegura que que en el futuro lograrán tener el trabajo que  quieren. “El 85% de los jóvenes aspira a alcanzar por lo menos la educación superior. Este valor es altísimo si lo comparamos con que la cobertura de educación superior en la región solamente alcanza a 40%”, remarcó Novella.

Sin embargo, esta generación de jóvenes está muy desinformada sobre las condiciones del trabajo actuales y tiene una percepción distorsionada de los resultados que se puede esperar de cada nivel educativo: “hay una creencia de que la Universidad es el único camino y subestiman la educación técnica. Esto muchas veces deriva en malas decisiones sobre qué estudiar”, indicó el investigador.

El libro plantea tres líneas de políticas públicas y propuestas: primero, mejorar el acceso para el desarrollo de habilidades y la reducción de las limitaciones a la formación de los jóvenes. En este sentido, los investigadores recomiendan los programas de transferencias condicionadas, becas a la educación, subsidios para transporte y más centros de cuidado infantil; otra propuesta es contar con sistemas de desarrollo de habilidades que se ajusten a las necesidades de los jóvenes y que sean pertinentes y de calidad, para que los jóvenes puedan aprovechar sus recursos; y por último recomiendan brindar mayor información a los jóvenes para que puedan tomar decisiones de manera eficiente e informada.

El caso de Uruguay

La elaboración del capítulo Trayectorias educativas y laborales de los jóvenes en Uruguay estuvo a cargo Martín Leites, Laura Rivero, Gonzalo Salas, Lucía Suárez y Andrea Vigorito, investigadores del Instituto de Economía de FCEA.

En Uruguay, la fase cualitativa comprendió en la realización de nueve grupos focales de jóvenes entre 16 y 24 años, residentes en Montevideo, segmentados en función de su nivel socioeconómico y sus trayectorias escolares y laborales. Además, se utilizaron datos cuantitativos del Estudio Longitudinal del Bienestar en Uruguay, realizado con el apoyo de la Comisión Sectorial de Investigacion Científica (CSIC), el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia.

Gonzalo Salas fue el representante del equipo de investigadores uruguayos y explicó que el objetivo fue “analizar los factores asociados a las decisiones educativas y laborales de los jóvenes, poniendo énfasis en cómo se relacionan los factores tradicionales como la situación económica del hogar y el desempeño escolar con otros factores no tradicionales como las prácticas de crianza durante la infancia, las habilidades socioemocionales de los jóvenes y las expectativas y aspiraciones del hogar sobre el desempeño”.

El estudio uruguayo concluyó que la desvinculación temprana, entre los 12 y 14 años, se asocia con fuertes privaciones en la niñez, mientras que el abandono escolar a edades posteriores se vincula a eventos de repetición previos, a cuidados familiares, al inicio de la maternidad o la paternidad o a la inserción laboral.

Salas también explicó: “el sistema de protección social no está pensado para jóvenes mayores de 18 años, por eso planteamos la necesidad de revisar el límite de edad para acceder a programas de transferencias monetarias o darle cierta gradualidad a la pérdida de esta prestación”.

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Sobre las expectativas de los padres, Salas mencionó que observaron que “el apoyo que se recibe de la familia es decisivo para culminar el ciclo secundario y el nivel educativo y los ingresos es otro factor que influye”.

Se constató que la mayoría de quienes trabajan lo hacen en condiciones de informalidad y reciben bajas remuneraciones, por eso es necesario facilitar la inserción laboral a través de la capacitación.

Es prioritario “generar políticas para que el padre se involucre en el cuidado de sus hijos para que las mujeres puedan conciliar la maternidad con el estudio y de esta manera equilibrar la carga de responsabilidades dentro de los hogares”, dijo el investigador de IECON. También mencionó la importancia del Sistema Nacional de Cuidados en este sentido, pero afirmó que “aún es una política muy reciente como para evaluarla”.

También, el estudio destaca dificultades que los varones encuentran para conciliar el trabajo y el estudio, por eso se propone la reducción de la jornada laboral y la ampliación del sistema de becas y licencias.

Luego de la presentación se proyectó un audiovisual que recoge algunos de los testimonios de los jóvenes que participaron en la investigación de Uruguay y que fue realizado por la Unidad de Comunicación de FCEA con el fin de darle voz a los protagonistas.

Para concluir la actividad, se realizó un panel con comentarios a cargo de Marisa Bucheli de la Facultad de Ciencias Sociales de Udelar, Andrés Peri de la Facultad de Ciencias Sociales de Udelar y de ANEP, y Marcelo Pérez Alfaro de la División de Educación del BID, que enriquecieron la instancia de presentación del libro.

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