--Camila Paleo
El libro El patriarcado del salario: críticas feministas al marxismo (Buenos Aires, Tinta Limón, 2018; Madrid, Traficantes de Sueños, 2018) es la última publicación de Silvia Federici. Federici es una filósofa y activista feminista, que ha realizado numerosas publicaciones sobre el rol del trabajo doméstico, la sexualidad y la procreación como parte de la explotación sobre las mujeres. Fue parte del Comité por el Salario Doméstico de Nueva York (1972), y en 1975 escribió su folleto Wages Against Housework, el que comienza con una de sus citas más conocidas: “They say it’s love. We say it is unwaged work”[1].
Federici es reconocida como una de las feministas-marxistas más relevantes de la actualidad, y su libro Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria (2004) es considerado su obra más importante. El patriarcado del salario, se publica en un momento donde su trabajo ha cobrado particular relevancia, no solo para el movimiento feminista sino para quienes deseamos pensar la economía en clave feminista. La autora se basa en la teoría de Marx, pero le realiza críticas desde el feminismo. En particular, si bien su análisis del trabajo y el orden social sigue una lógica marxista, ubica en el centro al trabajo reproductivo, el cual es responsable de la reproducción de la fuerza de trabajo e ignorado como espacio de explotación por la tradición marxista.
Federici nos introduce al libro haciendo énfasis en la relevancia de analizar el salario, en tanto forma de organizar la sociedad. A partir del salario se crean jerarquías y se invisibiliza gran parte de la explotación que se da a partir del trabajo realizado en los hogares. Mediante la realización del trabajo doméstico las mujeres se tornan dependientes del salario masculino, y esto es lo que la autora denomina “el patriarcado del salario".
Este punto se retoma con más fuerza en su tercer capítulo, donde se señala que el trabajo doméstico como lo conocemos aparece a fines del siglo XIX y principio del siglo XX, en Inglaterra y Estados Unidos, como producto de una reforma laboral. Esta reforma transformó el trabajo en las fábricas –entre otras cosas expulsando a las mujeres– con el fin de adaptarlo a las necesidades capitalistas a partir de la “segunda revolución industrial”. Los cambios realizados fueron también impulsados por los hombres del proletariado y los sindicatos, quienes consideraban que el lugar de las mujeres era el hogar, y veían con preocupación el “desinterés” de las mujeres de la clase obrera en la familia y la reproducción. Como señala Federici:
“(...) mientras los sindicatos aclamaban el nuevo régimen doméstico que en la Primera Guerra Mundial ya se había impuesto en todo el territorio industrial, las mujeres inician un tránsito en el que se les arrebata su independencia de los hombres, se las separa entre ellas, se les obliga a trabajar en el espacio cerrado y aislado del hogar, se quedan sin dinero propio y con un horario de trabajo sin límites.” (p. 76.)
La autora vincula estos sucesos con lo que Marx llama “subsunción real”, planteando que la familia fue reestructurada por el capitalismo de forma de servir a su acumulación. Este cambio en la lógica familiar se vio acompañado por formas de educación popular donde se instruye a las mujeres en actividades domésticas, dinámica que se mantiene con el posterior retorno de las mujeres al mercado de trabajo asalariado. Este es uno de los énfasis del libro. El considerar que el problema para las mujeres es únicamente la no inclusión en el mercado lleva a luchar por pertenecer al mismo, y no por cambiar la estructura social vigente. Aunque las mujeres formen parte del trabajo asalariado, continúan siendo trabajadoras en los hogares.
Federici utiliza parte del segundo capítulo para cuestionar la falta del análisis del trabajo doméstico en la teoría de Marx. La reproducción y posterior mantenimiento de la fuerza de trabajo realizada en los hogares es esencial para la acumulación del capital, sin embargo, Marx lo analiza únicamente desde el lado del consumo.
La omisión del trabajo doméstico no afecta únicamente la concepción que se tiene de la producción y reproducción de la clase trabajadora, sino también de la posible liberación a partir del proceso de industrialización del trabajo. De las diversas críticas que la autora le hace a Marx por considerar que la industrialización por sí sola es un proceso liberador de las mujeres, voy a enfocarme en una.
Esta creencia se sustenta en entender que la industrialización permite el ingreso de las mujeres al trabajo asalariado, sosteniendo implícitamente que antes no podrían haberse integrado. Esto no es así. Las mujeres supieron ocupar un espacio en el trabajo asalariado, del cual fue expulsada, y aunque la expulsión tuvo que ver con la acumulación del capital también fue producto de tensiones dentro de su misma clase, donde los intereses de las trabajadoras y los trabajadores no se alinearon. Algunas tensiones sociales no desaparecerían con la industrialización, a menos que operen otros canales en el proceso.
El rol del salario como mecanismo de control y estructurador social se encuentra presente en todos los capítulos del libro, pero es en el primer capítulo[2] en el que la autora realiza una propuesta concreta frente al trabajo doméstico no remunerado: darle un salario. El salario es usado para fragmentar a la clase obrera en distintos mercados de trabajo y contraponer intereses –hay un salario para hombres blancos, otro para mujeres jóvenes, otro para hombres afrodescendientes, etc.–. Opone a la clase trabajadora al proletariado “no trabajador", constituido, en gran medida, por mujeres que realizan trabajos domésticos. La implementación de un salario por este trabajo sería una forma de emancipar a las mujeres del control y “benevolencia" de los hombres de quienes dependen.
Igualmente, las autoras plantean que la lucha por salario no es una lucha contra asalariados, sino contra el capital. Es una lucha por visibilizar la duración real de la jornada de trabajo, por rechazar el trabajo doméstico como un destino biológico para las mujeres:
“Porque no estamos peleando por una redistribución más equitativa del mismo trabajo. Estamos en lucha para ponerle fin a este trabajo y el primer paso es ponerle precio." (p.36).
En lo que refiere a las principales críticas que recibe este trabajo, parten de la idea de que miradas como las planteadas por Federici –a partir del género– dividen y segregan, dificultando la unión. Federici ya planteaba que los vacíos que deja Marx en este tema son el sostén de una lectura simplista de la lucha de clases, donde diferencias a partir del género se consideran culturales y desaparecerían posteriormente al capitalismo. No considerar las distintas formas en las que opera el capitalismo lleva a una lectura errónea de los mecanismos para la liberación, y a la invisibilización de determinados sectores.
En particular, esto es pertinente para la discusión de definiciones normativas dentro de la economía, las cuales se podrían traducir en recomendaciones de política pública erróneas. Por ejemplo, la categoría de “inactividad" al analizar el mercado de trabajo responde a la invisibilización del trabajo que hacen las mujeres. Asimismo, este mismo trabajo no es tenido en cuenta como producto de nuestras economías, una mirada feminista llama a cuestionarnos qué entendemos como producción. Por último, para las mujeres que ya exhiben una larga jornada de trabajo en el hogar, políticas de integración en el mercado laboral que no tengan en cuenta una redistribución en el uso del tiempo en el hogar, pueden representar una sobreexplotación de las mujeres (Federici, 2015).
El patriarcado del salario es una lectura recomendable, no únicamente como crítica al marxismo, sino como una crítica a cómo se piensa la economía en su conjunto. Estas aproximaciones sirven para nutrir a distintas ramas de la economía, generando que dichos enfoques incorporen una perspectiva que tenga en cuenta la dinámica de trabajo de las mujeres.
El libro, de libre difusión, puede descargarse en el siguiente enlace.
Bibliografía
Arlen, A. y Federici, S. (2017) Wages for Housework: The New York Committee 1972–1977: History, Theory, Documents
Federici, S. (2015) Economía feminista entre movimientos e instituciones: posibilidades, límites, contradicciones. Capítulo en “Economía feminista” editado por Cristina Carrasco Bengoa y Carmen Díaz Corral.
Federici, S. (2018) El patriarcado del salario: críticas feministas al marxismo. Traficantes de sueños.
[1]En español: "Lo que llaman amor, nosotras lo llamamos trabajo no remunerado".
[2]Este capítulo es el único del libro que se encuentra en coautoría, siendo la otra escritora Nicole Cox.