--Gabriel Burdín, Mauricio De Rosa, Andrea Vigorito y Joan Vilá
La evolución reciente de la desigualdad en Uruguay entre 2009 y 2016: distribución del ingreso y patrones de movilidad[1]
A diferencia de las restantes regiones del mundo, muchos estudios muestran que en los primeros quince años de este siglo, la mayoría de los países latinoamericanos experimentaron reducciones sustanciales en la pobreza monetaria y en la desigualdad de ingresos personales. Esta disminución fue muy rápida en 2000-2010, continuó a un ritmo más lento en los cinco años siguientes y, en la mayoría de los casos, llegó a su fin alrededor de 2015 (Gasparini et al., 2018). Sin embargo, pese a las mejoras recientes, la concentración de ingresos en América Latina sigue siendo muy alta en comparación con la mayoría de las regiones del mundo. Así, la interacción entre el crecimiento económico y la redistribución, así como las rutas y las políticas públicas necesarias para promover una menor desigualdad y sostener los logros actuales constituyen un debate público y académico abierto.
La mayor parte de las investigaciones sobre las tendencias recientes de desigualdad en América Latina se ha basado en información de encuestas de hogares. Al igual que en el resto del mundo, estos datos permiten realizar estimaciones precisas de los ingresos de los estratos de bajos, medios y medio-altos, pero presentan una cobertura insuficiente de la parte superior de la distribución, debido a problemas de subdeclaración y subcaptación, particularmente en el caso de las rentas provenientes del capital.
En este sentido, los resultados de las investigaciones sobre los grupos de altos ingresos, basadas en declaraciones de impuestos, han revitalizado la discusión sobre la validez de los datos de encuestas para proporcionar estimaciones precisas de la desigualdad (Alvaredo et al., 2013). Las estimaciones basadas en registros tributarios sobre la participación de los cuantiles altos (1% superior y sectores aún más pequeños) en la renta personal para Argentina, Brasil, Chile y Colombia plantean dudas sobre la magnitud de la reciente reducción de la desigualdad. En algunos casos, también llegan a cuestionarse las tendencias (Alvaredo y Londoño, 2014; Morgan, 2017). Estos hallazgos sugieren que las conclusiones pueden ser muy sensibles a la fuente de datos, la medida de desigualdad utilizada, la unidad de análisis y la definición de ingresos considerados. Si bien podría parecer un aspecto menor, esta discusión tiene consecuencias fuertes para las valoraciones del potencial carácter igualador del crecimiento económico reciente y las políticas redistributivas implementadas.
Para contribuir a este debate, en este trabajo se analiza la evolución de la desigualdad entre los perceptores de ingresos primarios en Uruguay para 2009-2016.[2] Basándonos en la metodología propuesta por Atkinson (2007), estimamos la participación de los perceptores de ingresos altos e índices de desigualdad sintéticos (Gini y Theil) a partir de datos fiscales y encuestas de hogares armonizadas. Al mismo tiempo, para explorar el alcance y la profundidad de la redistribución, exploramos la persistencia de las personas en las distintas posiciones a lo largo de la distribución del ingreso, particularmente enfocándonos en los sectores de altos ingresos.
El estudio se basó en microdatos provenientes de registros administrativos de los impuestos a la renta (IRPF y IASS) desidentificados, proporcionados por la Dirección General Impositiva (DGI) para 2009-2016. La información incluye al universo de los trabajadores formales y jubilados (aun cuando sus ingresos se ubiquen por debajo del mínimo no imponible del IRPF e IASS) y a quienes perciben ingresos, cubriendo así alrededor del 75% de la población adulta de 20 años o más. Ésta fue complementada con datos de la Encuesta Continua de Hogares (ECH) para incorporar a la población adulta con ingresos informales o sin ingresos, de modo de dar cuenta del total de la población de 20 o más años.
Nuestros hallazgos sugieren que, entre 2009 y 2016, los índices de Gini y Theil se redujeron, con independencia de la bases informacionales consideradas (Figura 1). La caída de la desigualdad se verificó entre 2009 y 2013 y posteriormente permaneció incambiada. Estos resultados se mantienen antes y después de impuestos, con una caída más leve en los registros de impuestos que en las encuestas de hogares armonizadas.[3] Sin embargo, los patrones de reducción fueron diferentes en cada caso: mientras que en los registros tributarios cayeron dentro del 99 % inferior, compensando el aumento de la concentración en la parte superior, las estimaciones basadas en las ECH indican que la mayor reducción de la desigualdad ocurrió en el tramo superior de la distribución. Esta divergencia se traduce, también, en las tendencias en la apropiación de ingresos del 1% superior. Mientras que en las encuestas de hogares armonizadas se observa una marcada reducción a lo largo del período (de 11,5 a 8,4%), las estimaciones basadas en registros impositivos se mantuvieron estables alrededor del 15% en 2009-2014 y las estimaciones puntuales crecieron después, aun cuando el aumento no resultó estadísticamente significativo. Esto sugiere que las ECH podrían lograr una mejor cobertura de los estratos altos con un muestreo complementario con datos administrativos de los sectores altos, tal como se realiza en otros países.
Figura 1. Evolución de la desigualdad en Uruguay según indicador y fuente de datos
Fuente: elaborado en base a las ECH del INE, Proyecciones de población y registros tributarios desidentificados de DGI.
Nota: Los detalles de estas estimaciones pueden consultarse en Burdín et al. (2019). En el panel a) se grafica el índice de Gini con datos de ECH y DGI. La línea más larga (ECH ingreso hogar) corresponde al ingreso per cápita de los hogares, habitualmente utilizado para realizar mediciones de desigualdad. Las restantes líneas analizan exclusivamente personas de 20 años y más en base a ECH y a datos de DGI.
El análisis de los patrones de movilidad en la distribución del ingreso indica una fuerte estabilidad en las posiciones de partida, ubicada en el entorno del 60%. Se observa una movilidad levemente mayor en el período de caída de la desigualdad. A la vez, las posiciones en el 1% superior alcanzaron tasas de persistencia promedio cercanas a 80%. Estos resultados son similares a las estimaciones obtenidas por otros estudios para el caso de Alemania. Por último, en base a la comparación de índices sintéticos anuales y agregados para todo el período, se concluyó que, en el lapso considerado, la movilidad de ingresos tuvo un efecto muy moderado sobre la desigualdad.
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Créditos de imagen de portada: Golfodemar
Referencias bibliográficas
Alvaredo, F., Atkinson, A. B., Piketty, T., and Saez, E. (2013). The top 1 percent in international and historical perspective. Journal of Economic Perspectives, 27(3):3–20
Alvaredo, F. and Londoño Velez, J. (2014). High income and income tax in Colombia, 1993-2010. Revista de Economía Institucional, 16(31):157–194.
Atkinson, A. B. (2007). Measuring top incomes: methodological issues. Top incomes over the twentieth century: A contrast between continental European and English-speaking countries, 1:18–42.
Gasparini, L., Bracco, J., Galeano, L., and Pistorio, M. (2018). Desigualdad en países en desarrollo: ¿ajustando las expectativas? Documentos de Trabajo del CEDLAS.
Morgan, M. (2017). Extreme and persistent inequality: New evidence for Brazil combining national accounts, surveys and fiscal data, 2001-2015. World Inequality Database (WID. org) Working Paper Series, 12:1–50.
[1] Esta entrada reseña las principales conclusiones de un trabajo más extenso publicado en la serie de documentos de trabajo del Instituto de Economía (Was falling inequality in all Latin American countries a data-driven illusion? Income distribution and mobility patterns in Uruguay 2009-2016. Serie de Documentos de Trabajo IECON 30/19.)
[2] Este concepto de ingreso comprende remuneraciones al trabajo, capital y jubilaciones. A diferencia de los estudios realizados con encuestas de hogares, se trabaja con personas y no con hogares, debido a que no es posible reconstruir éstos últimos en base a la información tributaria utilizada.
[3] La ECH se armonizó de modo de considerar población e ingresos comparables entre ambas fuentes.