--Joaquín Paleo [1]
Reseña de “How We Cooperate: A Theory of Kantian Optimization” de John E. Roemer.[i]
Parece difícil pensar en la actividad humana en general sin pensar, en alguna medida, en procesos que implican la cooperación entre individuos. Pese a esto, la economía se ha encargado de modelar las interacciones entre individuos casi exclusivamente a través de modelos competitivos.
A su vez, cuando dicha cooperación se modela dentro del marco analítico de la teoría de juegos, es necesario recurrir a juegos repetidos y explicarla como un equilibrio de Nash[2] en este nuevo juego, incluyendo en la estrategia un castigo a aquellos que se desvían de lo que sería el equilibrio cooperativo. Por lo tanto, cuando explicamos la cooperación en economía también lo hacemos a través de mecanismos que en sus fundamentos no son cooperativos.
En los últimos años, la economía comportamental ha optado por explicar la cooperación incluyendo lo que Roemer llama ‘’argumentos exóticos’’ en la función de utilidad de los individuos, los cuales representan aspectos no convencionales de las preferencias como el altruismo, la reciprocidad u otras preocupaciones sociales. Sin embargo, el mecanismo de optimización que sigue esta literatura es exactamente el mismo que la corriente más clásica, el cual consiste en elegir aquella acción que maximiza la utilidad individual, con sus posibles modificaciones comportamentales, tomando como dadas las acciones de los demás.
El objetivo principal de Roemer en este libro es realizar una crítica del proceso de optimización que gobierna al comportamiento humano dentro de la economía, tanto estándar como comportamental, y ofrecer una alternativa relativamente más sencilla que permita explicar la cooperación. En su forma más simple, esto se desarrolla para juegos simétricos,[3] donde el protocolo de acción, denominado optimización kantiana, nos dice que debemos elegir aquella acción que nos gustaría que todos eligieran.[4] De esta forma, se incluye la cooperación no de una forma elaborada dentro de las preferencias, sino directamente en el proceso de optimización, donde ya no se toma como dada la acción de los demás.
Dado este protocolo, se define al Equilibrio Kantiano Simple (SKE por sus siglas en inglés) en un juego simétrico como la estrategia que cada individuo preferiría que todos jugaran. Roemer demuestra que el SKE es pareto-óptimo, resultado que es sencillo de ver, por ejemplo, para el dilema del prisionero, donde claramente el óptimo consiste en que ambos individuos cooperen (es decir, no confiesen).
Sin embargo, no todos los juegos donde se puede observar cooperación son simétricos. El autor plantea que en juegos asimétricos, como por ejemplo el ultimátum, lo que sucede es que los optimizadores kantianos toman en cuenta que en primer lugar juega la naturaleza al determinar los roles, e incluyen esta arbitrariedad a la hora de optimizar, pensando qué harían en cada escenario posible. Esta explicación puede bastar en juegos lo suficientemente sencillos como el ultimátum, pero es un argumento bastante débil para explicar situaciones más complejas del mundo real: que los agentes incorporen el azar en la determinación de roles en su protocolo implica que efectivamente crean que los roles son determinados de esta forma y no que son, por ejemplo, consecuencia de su propio esfuerzo.
Por otro lado, para que este nuevo protocolo funcione es necesario que se cumplan algunos supuestos. Primero, se requiere un conocimiento común de la situación, y, segundo, se requiere igualdad en las capacidades cognitivas de todos los jugadores.[5]El conocimiento común implica que los agentes conocen la simetría (o el rol de la naturaleza) en el juego al que se enfrentan. Estos supuestos se vinculan directamente con la confianza, definiéndola como la creencia de que los demás también van a elegir la acción cooperativa. Según el autor, son estos supuestos los que engendran dicha confianza, ya que si todos sabemos que nos encontramos en la misma situación y contamos con igual capacidad cognitiva, resulta sensato pensar que vamos a restringirnos a tomar decisiones simétricas, y que de este subconjunto vamos a tomar la mejor según nuestras preferencias individuales. Sin embargo, aunque esta idea de confianza es vital para la propuesta de Roemer, no elabora ninguna teoría o hipótesis sobre cómo se llega efectivamente a la misma, en el sentido de cómo se induce este conocimiento común de la situación, siendo esta una carencia del libro.
Roemer luego expande el concepto del SKE para juegos con preferencias heterogéneas, definiendo dos nuevos tipos de equilibrio kantiano: multiplicativo (K*) y aditivo (K+), a la vez que se demuestra la existencia de un continuo de equilibrios como combinaciones de estos dos. El K* implica una situación donde ningún individuo estaría dispuesto a modificar todos los esfuerzos por un mismo factor, mientras que el K+ implica una situación donde ningún individuo estaría dispuesto a trasladar todos los esfuerzos por una misma constante. Al igual que el SKE, Roemer demuestra que en juegos monótonos estrictos estos equilibrios son pareto-óptimos.
El autor también intenta responder una interrogante que seguramente surja de forma natural a medida que avanza el lector: si en el mundo existieran tanto Nashers como Kantianos, ¿qué sucedería con la interacción entre individuos de distinto tipo? La respuesta es, obviamente, depende. Si el juego es de coordinación pura, los Kantianos llevan a los Nashers a la extinción. Sin embargo, si el juego no es de coordinación pura, entonces los Kantianos para sobrevivir deben aprender a reconocer el tipo de sus oponentes, o comenzar a castigar a quienes no juegan la acción kantiana para no extinguirse. Por otro lado, si se juegan distintos tipos de juegos, algunos de coordinación y otros competitivos, entonces existirán poblaciones estables donde conviven ambos tipos de individuos.
Como reflexión final, entiendo que este libro debería interesar por tres grandes motivos. El primero de ellos, y el más obvio, es que aborda un tema prácticamente ignorado en la economía con rigurosidad analítica y lo hace con la parsimonia necesaria para que dialogue con cualquier libro de teoría de juegos estándar, lo que a su vez permite, en sus conceptos más elementales, ser explicado sencillamente a estudiantes de economía o al público interesado en general.
El segundo motivo es el carácter explícitamente normativo que toma Roemer al hablar del comportamiento humano. Lejos de esconderse tras los supuestos de sus modelos, plantea directamente al proceso de optimización kantiano como la toma de una acción moral. Esta es, por supuesto, discutible en sí misma, y se podrían sugerir formas diferentes de optimización a partir de esta idea, pero la ventaja que presenta este planteo es la transparencia entre la acción que el modelo sugiere y la ética que gobierna esta recomendación, hecho poco común en la economía.
Por último, se podría pensar que si modelamos la cooperación de forma autárquica, como viene sucediendo en la economía hasta ahora, entonces no tiene mucha relevancia el estudio del individuo en su contexto a la hora de plantear los fundamentos microeconómicos del comportamiento humano, ya que nada importa más allá del beneficio material individual. Ahora, si aceptamos el desafío de Roemer y pensamos en la cooperación como un proceso de optimización diferente a lo que estamos acostumbrados, esto abre la puerta a repensar la concepción del individuo que manejamos como economistas, y cómo se construyen tanto la identidad como la confianza entre individuos, que es, al menos dentro del marco analítico de Roemer, lo que posibilita, en última instancia, la existencia de la cooperación.
[1] Esta es una adaptación de la reseña realizada como parte de la evaluación del curso “Objeto y Método en la Economía” de la Maestría en Economía, edición 2019.
[2] Un equilibrio de Nash es una situación en la cual ningún individuo puede mejorar su situación al cambiar su acción de forma unilateral, dadas las acciones de los demás.
[3] Un juego es simétrico si la matriz de pagos es simétrica (por ejemplo, el dilema del prisionero).
[4] El por qué del nombre adoptado por Roemer es evidente, ya que esto es una interpretación natural del imperativo categórico de Immanuel Kant.
[5] Traducciones propias de ‘’common knowledge’’ y ‘’common capacity’’, términos del autor.
[i]Roemer, J. E. (2019). How we cooperate: A theory of Kantian optimization. Yale University Press.