--Gabriela Mordecki
Situación actual
El segundo trimestre de 2020 marcó el punto más bajo en la actividad económica, consecuencia del impacto de las medidas del “lockdown” voluntario en Uruguay ante la declaración de emergencia sanitaria por el Covid-19. De acuerdo con los datos recientemente publicados por el Banco Central del Uruguay (BCU) la economía se contrajo 10,6% en el segundo trimestre de 2020 en relación a igual trimestre de 2019 y 9% con relación al primer trimestre de 2020, si se considera el PIB desestacionalizado. Más allá de que la economía comenzó a recuperarse a partir del mes de mayo, los datos primarios del tercer trimestre de 2020 no muestran que la recuperación haya continuado, sino que estamos parados en un escalón bastante más abajo del nivel del primer trimestre (Gráfico 1).
El mundo se está enfrentando a lo que parece ser una segunda ola de contagios del Covid-19, aunque por ahora con un menor impacto a nivel de muertes. Igualmente, muchos países están volviendo atrás en sus políticas de “desescalada” de las medidas de confinamiento. Esto seguramente tendrá impacto en el enlentecimiento de la normalización de diversas actividades, y seguramente supondrá una nueva revisión a la baja del crecimiento económico de varios países y bloques económicos.
Uruguay, a pesar de que mantiene los brotes y contagios bajo relativo control, no parece escapar de estas tendencias mundiales, dentro de una región sumamente complicada, con Brasil y Argentina enfrentando caídas muy importantes en su actividad económica (Gráfico 2).
Por otro lado, se acerca la temporada turística en Uruguay, y el gobierno ya decidió no abrir las fronteras al turismo, actividad que implica alrededor de 7% del PIB, ya que más allá de que por ahora la pandemia se encuentra bajo control, algunos indicadores comienzan a empeorar, por ejemplo, el cociente de casos de los últimos 7 días/100.000 habitantes (Gráfico 3). Esta decisión se basó en lo observado en otros países del hemisferio norte luego de la temporada estival y en el análisis del Comité Asesor Científico Honorario (GACH) de Uruguay.
En medio de esta situación, el Parlamento discute el proyecto de Presupuesto 2020-2024 presentado por el poder ejecutivo, estableciendo un incremento nulo del gasto para los próximos años, de forma de corregir el déficit fiscal y pasar del déficit del 6,5% del PIB en el que cerraría el año, a uno de 2,5% del PIB en 2024. Sin embargo, de acuerdo a nuestro análisis, los supuestos macroeconómicos en que se basa este Presupuesto son sumamente optimistas ya que por lo que se proyecta parece que se supone que esta crisis sería algo puntual, de la cual ya en el tercer trimestre estaríamos saliendo y luego la economía continuaría comportándose como antes de la aparición de la pandemia. Por otro lado, en términos de tasa de empleo el Presupuesto prevé que recién en 2023 se superaría el nivel pre-crisis. Al mismo tiempo, estos supuestos implican una reducción de los salarios reales por dos años, y es poco probable que se recuperen a partir de 2021, lo que conduciría a la caída de los ingresos de los hogares lo que debilitaría el consumo interno como factor dinámico para la recuperación del PIB.
Por el lado del sector externo, es difícil vislumbrar que pueda convertirse en el sector dinámico que empuje al crecimiento de la economía, como aparece en el Presupuesto, ya que está debilitado por la caída del comercio mundial, los precios internacionales y la falta de recuperación de la competitividad-precio de la economía uruguaya.
Medidas para hacer frente a la pandemia
En Uruguay, como en muchos países, se tomaron dos tipos de medidas, unas dirigidas a las empresas y otras para la población. Entre las primeras, el apoyo a las empresas tuvo por un lado la ampliación del subsidio por desempleo, que, a las dos categorías ya existentes, por despido y por suspensión, se agregó el subsidio por reducción, que permite al que trabaja 50% de la jornada pagada por la empresa, recibir un subsidio del Estado del 25% del salario por las horas que se deja de trabajar. Si bien estos subsidios son por 6 meses, los mismos se han ido extendiendo, y recientemente se sumó para las empresas que retomen personal un descuento en las cargas sociales que pagan. Del total de trabajadores, el 25% es informal y de los formales, cerca del 17% recibieron este subsidio en los primeros meses de la pandemia, valor que actualmente se sitúa en alrededor del 5% del total de trabajadores formales. En este contexto, la tasa de desempleo solamente aumentó 1,5 puntos porcentuales comparando setiembre de 2020 con setiembre de 2019, porque además de caer el empleo, ha caído la tasa de actividad.
Por otro lado, el gobierno ha abierto nuevas líneas de crédito a bajas tasas y con garantías estatales, pero pocas empresas han utilizado estos fondos.
En lo que respecta a las medidas para la población, además del impacto de los subsidios por desempleo, se duplicaron las ayudas que mensualmente reciben las familias más pobres por parte del Ministerio de Desarrollo Social (MIDES), por un monto aproximado de 80 dólares por familia, pagadero en 2 cuotas mensuales, lo que se repitió varias veces en el año. Asimismo, se aprobó adicionalmente una ayuda equivalente a 8 kg de alimentos por familia. Como se puede ver por los montos aquí señalados, la ayuda económica para la población, sobre todo para los trabajadores informales, es de montos relativamente exiguos, siendo el total de la ayuda prevista para todo el año, de alrededor de 1,6% del PIB. Sin embargo, el monto ejecutado hasta setiembre de 2020 equivale a solo 0,8% del PIB.
Perspectivas económicas
La fuerte incertidumbre imperante en el mundo sobre la profundidad de la crisis, el impacto de la segunda ola del COVID-19 en Europa y Estados Unidos y la recuperación de la demanda hacen que el margen de error al realizar proyecciones sea mucho mayor que en situaciones más normales. En este marco, y como consecuencia de la situación internacional de caída en la demanda y la situación interna de fuerte retracción de la actividad en el segundo trimestre del año, las proyecciones económicas para 2020 se han ido ajustado a partir del crecimiento de 1,7% que se proyectaba a fines de 2019 en la encuesta del BCU. Mientras que en mayo la mediana de esta encuesta se proyectaba una caída del PIB de 2,6%, en la encuesta de octubre esta proyección era de una caída de 4,2%, mientras que la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) proyecta una contracción de 5% del PIB y el FMI proyecta una caída de 4,5%.
De acuerdo con proyecciones propias, el PIB podría caer 4,7% en 2020 y crecería 3,4% en 2021 y 2,5% en 2022, cuando se alcanzaría nuevamente el nivel del PIB de 2019 (Gráfico 4).
En cuanto al mercado de trabajo, la tasa de desempleo en setiembre fue de 11%, levemente superior a la de febrero (10,5%), debido a que, como ya se comentó, se contrajo tanto el número de ocupados como el de activos en el mercado de trabajo. Si se considerara el número de desocupados en febrero y se sumaran los ocupados que han disminuido, tomando la tasa de actividad de febrero (antes de la aparición de la pandemia en Uruguay) la tasa de desempleo sería de alrededor del 14%.
El resultado fiscal, que en los doce meses terminados en setiembre de 2020 fue de -5,8% del PIB, se proyecta que al cabo del año se ubique alrededor del 6,5%. Esto implicaría un incremento de la deuda pública, que al cierre de 2019 se ubicaba en 66% del PIB, y podría llegar a representar 75% del PIB a fines de 2020.[1]
A pesar de la caída de la demanda, en Uruguay la inflación se mantuvo cercana al 10%, luego de llegar a 11% en los 12 meses cerrados en mayo, y se situó en 9,74% en el año móvil terminado en octubre de 2020. En los primeros meses de declarada la pandemia el crecimiento se debió al ajuste de tarifas decretado por el gobierno sumado a la aceleración de la depreciación cambiaria. Sin embargo, más allá de una leve desaceleración posterior, los efectos de la fuerte indexación y dolarización de la economía uruguaya, mantuvieron la inflación cercana al 10%. De acuerdo con la encuesta de expectativas del BCU, la inflación cerraría el año en 9,25%, y para 2021 en la misma encuesta se proyecta que la misma se situaría en 7,6%, ambos valores por encima del máximo del rango meta del BCU para el período (3% a 7%).
En suma, en Uruguay las medidas tomadas para hacer frente a la pandemia, en lo relativo al contagio del virus parecen haber sido, hasta el momento, efectivas. Asimismo, la infraestructura de telecomunicaciones y las reformas del sistema de salud, parecen haber dado elementos para que también se pueda hacer frente a la situación de distanciamiento social. Sin embargo, existe una preocupación bastante generalizada de que los impactos económicos y sociales podrían ser muy profundos, dado que las medidas económicas tomadas por el actual gobierno parecen ser bastante limitadas, fundamentalmente con relación a los sectores más desfavorecidos de la sociedad.
[1] Ténganse en cuenta que se está llevando a cabo una revisión de las Cuentas Nacionales, que, según información del BCU, para el año 2016 el PIB estaría 8,6% por encima de la estimación anterior, lo que de mantenerse pare los años posteriores implicaría una caída del porcentaje de déficit y de deuda con respecto al PIB.