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  • 02/07/2021: Reseña de “The Economics of Inequality”, de Thomas Piketty (2015)

02/07/2021: Reseña de “The Economics of Inequality”, de Thomas Piketty (2015)

--Marielena Pérez

¿Cómo se podría implementar una redistribución de la riqueza que sea, al mismo tiempo, justa y eficaz?

Piketty[1]parte de la premisa de que la desigualdad del capital humano se ve condicionada principalmente por el origen social y las diferentes dotaciones iniciales de capital que poseen los individuos. Así, establece que las problemáticas de desigualdad y redistribución son un aspecto central del conflicto político, en el cual existen dos posiciones opuestas.

Por un lado, la posición liberal de derecha plantea que son las fuerzas mercantiles, la iniciativa individual y el crecimiento productivo las que permiten que las condiciones de vida de la población mejoren a largo plazo. Además, esta postura establece que el rol redistributivo del Estado debería ser moderado, y sus intervenciones deberían ser escasas para no generar interrupciones en los mecanismos mercantiles, que por naturaleza funcionan eficientemente. Por otro lado, la posición tradicional de izquierda plantea que solo las luchas políticas y sociales pueden influir positivamente sobre las desventajas de los más necesitados, que surgen como producto del sistema capitalista. Para ello, consideran que las políticas públicas deben alcanzar el proceso productivo, con el objetivo de cuestionar como las fuerzas mercantiles determinan las ganancias de los capitalistas y las desigualdades entre los asalariados. Proponen acciones como la nacionalización de los medios de producción, o el establecimiento de escalas salariales.

Piketty considera que solo a través de un análisis minucioso sobre cómo operan los mecanismos socioeconómicos causantes de la desigualdad podría aportar evidencia para la implementación de una redistribución que sea justa y eficaz y que al mismo tiempo, contribuya a la discusión sobre la veracidad de estas dos posiciones extremas. Para ello, utiliza una perspectiva histórica y se apoya en el análisis estadístico.

El autor plantea que las diferencias entre el pensamiento de izquierda y de derecha no responden a una contradicción en los principios que definen la justicia social, sino más bien a los análisis sobre los mecanismos socioeconómicos generadores de la desigualdad. Según Piketty, el verdadero conflicto entre la derecha y la izquierda radica en las diferentes consideraciones sobre cuál es la forma más eficaz de mejorar las condiciones de vida de los más desfavorecidos y hasta qué punto deberían extenderse los derechos universales.

Piketty considera relevante no limitar el análisis de la evolución de la desigualdad a la desigual distribución del salario, ya que, si bien encuentra que la misma es la principal fuente de ingresos de los hogares, la distribución del capital es también un aspecto importante que considerar. El autor establece que la desigual distribución del capital es injusta e ineficaz, ya que tiende a reproducirse en el tiempo y supone una limitante sobre las capacidades de los pobres para alcanzar a los más ricos. Tanto Marx como los teóricos socialistas del siglo XIX consideraban que la lógica del capitalismo radica en incrementar la distancia entre las clases sociales, tanto a la interna de los países, como entre países.

Asimismo, el autor considera que la desigualdad contemporánea fundamental es la desigualdad en el empleo, y que para poder medirla no basta con considerar las condiciones de empleo y desempleo, sino que también hay que considerar las formas encubiertas de empleo (personas que no aparecen en las cifras oficiales). La teoría del capital humano y del cambio tecnológico sesgado ha esclarecido puntos importantes acerca del aumento de las desigualdades salariales y en el empleo, pero no explican este fenómeno, lo cual supone una limitante al análisis propuesto por el autor.

Hay dos visiones dominantes para analizar los mecanismos de desigualdad: la relación entre capital y trabajo, y los ingresos laborales.

Relación entre el capital y el trabajo

La problemática en este caso es planteada como la oposición entre capital, ganancias y empleadores (capitalistas) por un lado, y trabajo, salarios y trabajadores por otro, postulando como principal fuente de desigualdad la diferente dotación inicial del capital. Este planteo surge desde la Revolución Industrial, y especialmente desde los trabajos de Karl Marx (1818-1883).

La concepción del reparto capital/trabajo se centra en la noción de productividad marginal de los factores de producción, la cual fue introducida explícitamente por primera vez en 1870 por los economistas denominados “marginalistas”, los cuales se oponían a los economistas clásicos del siglo XIX como David Ricardo o Karl Marx, cuyo razonamiento se basaba de manera implícita en una tecnología de coeficientes fijos. El alcance cuantitativo de esta noción se basa en la posibilidad de sustitución entre el capital y el trabajo (elasticidad), la cual a su vez depende del sistema de precios.

A través del análisis empírico, Piketty sugiere que la teoría marginalista es adecuada, existiendo una superioridad de la redistribución fiscal (se exige a las empresas una contribución que depende de su nivel de ganancias, independientemente de las cantidades de capital y trabajo utilizados) frente a la redistribución directa (la contribución exigida es proporcional al número de trabajadores empleados).

Asimismo, el autor señala que si bien existía consenso a favor de la redistribución, en el siglo XX no se logró avanzar a favor de ella ni en los países que intentaron abolir la propiedad privada del capital, ni en los países occidentales donde una parte débil de los impuestos significa una gran carga para el capital. Para Piketty, esto muestra la importancia de utilizar herramientas adecuadas, transparentes y universales, como el impuesto universal de tasa única (calculado de manera sencilla), el cual podría adecuarse a la actualidad. Sin embargo, dado el veloz crecimiento de las principales fortunas mundiales, parecería que solo un impuesto progresivo sobre el capital podría regular la dinámica, además de producir mayor transparencia democrática y estadística.

Ingresos del trabajo

Según Piketty, en primera instancia debemos deshacernos de la concepción de que el trabajo es homogéneo y en la que solo existiría desigualdad en la relación capital y trabajo, para en segunda instancia analizar cómo se forman las diferencias. Este desafío aportaría nuevas herramientas para la redistribución al cambiar el foco de análisis (ya no se trata de analizar la propiedad privada del capital, si gravar o no los beneficios o redistribuir el patrimonio).

Según el autor, la teoría del capital humano establece que el trabajo no es una entidad homogénea ya que por diversas razones los individuos poseen distintos niveles de capacidades para contribuir con la producción de bines y servicios. Asimismo, es el juego de oferta y demanda el que determina los diferentes niveles salariales y por lo tanto, la desigualdad. Según la teoría del cambio tecnológico sesgado, las desigualdades salariales en los países occidentales surgen como consecuencia del progreso tecnológico, el cual lleva a valorar características individuales (calificaciones, “talento”) que están distribuidas de forma dispar en la población.

Las políticas para lidiar con la desigualdad de ingresos laborales adoptan la forma de impuestos sobre los altos salarios, transferencias fiscales para bajos salarios, políticas de educación y formación, salario mínimo, lucha contra la discriminación, escalas salariales, papel de los sindicatos, entre otras.

Herramientas de la redistribución

Según Piketty, la redistribución fiscal es una herramienta privilegiada ya que permite limitar las consecuencias de la desigualdad del capital humano sobre la calidad de vida, sin cambiar su fuente estructural. A través de impuestos y transferencias se puede corregir la desigualdad de rentas que se origina en el mercado y la desigualdad de dotaciones iniciales, a la vez que se conserva el rol distributivo del sistema de precios. Asimismo, Piketty considera que para comprender la diferencia entre el poder adquisitivo de los países subdesarrollados y desarrollados, se deben considerar las brechas en la calificación, la relación entre la productividad, el poder adquisitivo y las imperfecciones del mercado crediticio.

Además, el autor cree que para que la redistribución sea justa se debe conocer si en la economía total existen posibilidades de sustitución entre los distintos tipos de trabajo y de capital humano, y se debe considerar que la redistribución fiscal conserva la función asignativa del sistema de precios mientras redistribuye las rentas de diferentes asalariados.

Por otra parte, para Piketty las redistribuciones son útiles cuando se necesita corregir ineficacias, siendo el salario mínimo, la discriminación positiva o las intervenciones directas en el mercado laboral mecanismos para la redistribución de la riqueza. Finalmente, el autor explicita que deben considerarse también las políticas educativas que ayudan a la redistribución desde un nivel estructural y los seguros sociales como los de salud y jubilaciones.

Comentarios finales

Piketty realiza un análisis exhaustivo y detallado sobre las principales fuentes generadoras de la desigualdad e intenta dilucidar cual es el camino más eficiente y justo para lograr una mayor redistribución de la riqueza. Su enfoque se caracteriza por poner en el centro a los individuos, con sus características personales, y observar cómo se distribuye la riqueza en la sociedad. Asimismo, pone el foco en las diferentes situaciones en el punto de partida de la vida de los individuos, y como a través de la reproducción intergeneracional de estas se torna difícil para los más vulnerables alcanzar la superación económica.

Sin embargo, en ninguna sección del análisis el autor menciona como otras cuestiones que no dependen de las características individuales o de las interrelaciones sociales pueden afectar la distribución de los recursos en una economía, como por ejemplo el rol de la suerte. En los últimos tiempos, los científicos sociales han descubierto que la suerte juega un rol importante en los logros de las personas, más de lo que creía la mayoría.

*Esta reseña es una adaptación de la realizada como parte de la evaluación del curso 'Objeto y Método de la Economía' de la Maestría en Economía, edición 2020.


[1] Economista francés, actualmente profesor asociado de la Escuela de Economía de Paris. En 2002, obtuvo el premio al mejor joven economista de Francia.

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