--Nicolás Arimón, Mateo Herosa, Martina Righi[1]
Esta entrada al blog resume un trabajo final realizado por estudiantes del curso de Historia Económica Mundial, edición 2021. En el mismo, se propuso a los estudiantes analizar las políticas económicas de la Edad Dorada (1950 - 1973 aprox.) en los países desarrollados (identificadas como “keynesianas”) y las políticas aplicadas en la década del ochenta (señaladas como “neoliberales”); el trabajo realizado incluye una reflexión sobre las estrategias económicas de ambas corrientes, los factores que fundamentaron el tránsito de una época a la otra y un análisis, en clave comparada, del lugar de la política fiscal en ambos enfoques.
La política económica de la edad de oro: keynesianismo
Las políticas económicas keynesianas, características de la Edad Dorada del capitalismo, estaban basadas en un rol activo del Estado en la economía para corregir los fallos de mercado, buscando la consolidación del Estado de Bienestar para que garantice el pleno empleo y una mejor redistribución de la renta. El primer elemento se concretó a través de una política fiscal contracíclica y de políticas de protección social que garantizaban servicios de vivienda, salud y educación gratuita a la población, además de seguros sociales de desempleo, jubilación, entre otros beneficios. El segundo componente, refleja el carácter político del Estado de Bienestar, ya que manifiesta el pacto social que está implícito en la negociación entre trabajadores y empresarios (Castells y Bosch, 1998).
En este modelo económico, el Estado intervenía activamente en la economía, participando directamente en la producción mediante la creación de empresas públicas y la nacionalización de diversos servicios y actividades industriales (Barciela, 2010).
Gracias a dicha intervención, se logró promover el crecimiento económico durante el período 1947-1973, principalmente a través de políticas fiscales discrecionales basadas en el aumento del gasto público.
Otro mecanismo utilizado para promover el crecimiento económico fue la implementación de la “política de rentas”. Esta consistía en la negociación entre trabajadores y empresarios bajo la supervisión del gobierno, para limitar el crecimiento de los salarios y asegurar la reinversión de los beneficios (Barciela, 2010). Así, el pacto social existente entre sindicatos y empresarios, que lograba disminuir los conflictos o enfrentamientos laborales, fomentaba el crecimiento económico.
La economía en los ochenta: el auge del neoliberalismo
El neoliberalismo surgió a partir de la imposibilidad del keynesianismo de controlar la crisis de los setenta, donde comienza a existir un descontento general de la población ante las medidas adoptadas por el Estado; el déficit público aumentaba junto a la inflación, y la economía estaba estancada. A raíz de esto, el neoliberalismo logró posicionarse como una alternativa para combatir la crisis y determinar el rumbo de la economía mundial.
Pero, ¿qué postulaban los neoliberales? Esta corriente pone énfasis en el mercado autorregulado como principal mediador del libre juego entre oferta y demanda, y a consecuencia de esto, sus postulados se basaron en la liberación y desregularización de los mercados, la intervención estatal casi nula en la economía y la búsqueda del equilibrio presupuestario. Para poner en práctica estas ideas se impusieron distintas políticas que apuntaron al “lado de la oferta” de la economía, dejando de lado aspectos vinculados a la demanda que habían estado en el centro del análisis económico en las décadas previas.
Una de las medidas tomadas a comienzos de la década del ochenta por el gobierno de Estados Unidos para combatir la inflación fue que la tasa de interés real se tornara positiva (Harvey, 2007). Se apuntó, además, a la rebaja de impuestos y a los recortes presupuestarios con el objetivo de equilibrar el déficit generado por el aumento del gasto público en las décadas anteriores. Se promovió la liberalización del crédito internacional y de los mercados financieros para incentivar la inversión de los bancos estadounidenses en el exterior, especialmente en los países periféricos; de esta forma, se eliminaron restricciones a la entrada y salida de capitales y al comercio internacional de activos financieros. Se privatizó la mayoría de las empresas públicas, bancos y compañías de seguros, acelerando el proceso de desregularización financiera (Harvey, 2007).
En el mercado de trabajo, la liberalización generó un gran retroceso en materia de derechos de los trabajadores, al tiempo que comenzó un período de crecimiento sostenido de la desigualdad de ingresos; el golpe del gobierno al poder de negociación de los sindicatos fue un factor clave para comprender cómo se dio este proceso. Es de destacar que la caída (cada vez más pronunciada) del salario real en las economías centrales no se vio acompañada por la reducción del desempleo.
Por otro lado, como señala Harvey (2007), a partir de la década del ochenta los monopolios se fortalecieron, ya que el mercado los fomentaba -paradójicamente- a través de la competencia y la inversión en innovación, factores a los que hay que agregar la notable reducción de los impuestos sobre el capital.
El gasto público y la política fiscal en ambas corrientes
Como señala Barciela (2010) “El keynesianismo supuso un giro radical en lo que concierne al papel del Estado en la economía.” (p. 348). Hasta finales de la Segunda Guerra Mundial, el pensamiento predominante representado por la ortodoxia clásica, no consideraba necesaria la intervención estatal en la economía y confiaba en los mecanismos automáticos del mercado. El giro radical se da con el cambio hacia un Estado activo en la economía, que intervenía con una política fiscal claramente expansiva y buscaba mejorar la distribución del ingreso y fomentar el crecimiento económico.
Por otro lado, el neoliberalismo confiaba en el mercado para corregir los problemas económicos y no veía a la política fiscal expansiva como una solución, sino como un camino para agravarlos. Escalante (2015) sostiene que “la idea básica es indudable: las políticas keynesianas de gestión de la demanda agregada producen desempleo e inflación, déficit público, baja productividad, de modo que hace falta ir en sentido contrario”. La teoría neoliberal en materia de política fiscal fomentaba un bajo gasto público. Además, en lo que respecta a los impuestos, tuvo una visión muy crítica, proponiendo muchas veces reducirlos o eliminarlos, sobre todo los que gravaban la renta y la riqueza; esta postura se defendía con la teoría del derrame, argumentando que si se bajaban impuestos a los ricos y a las empresas, se estimularía la inversión.
Del intervencionismo estatal al libre mercado
Como se mencionó, luego de la Segunda Guerra Mundial se implementó (en Europa principalmente) un Estado de Bienestar de matriz keynesiana que, según Escalante (2015), era “generoso, eficiente, que permitía a la mayoría un nivel de vida que hubiese sido inimaginable unos pocos años antes”. Pero a fines de los años sesenta este Estado de Bienestar comenzó a ser cuestionado cada vez más, principalmente a partir del surgimiento de una nueva idea de libertad, que caló hondo fundamentalmente entre jóvenes estudiantes. Como señala Escalante (2015), “las protestas de los años sesenta tienen una deriva individualista. (...) En defensa de la libertad, los jóvenes se encuentran con que el enemigo más visible es el Estado”.
En términos económicos, a comienzos de los setenta el modelo keynesiano comenzaba a deteriorarse. Se veían claras señales de una crisis que derivó en problemas inflacionarios y en aumentos del desempleo prolongados. En 1971, Estados Unidos abandonó el sistema de tipo de cambios fijos de Bretton Woods, suspendiendo así la paridad del dólar con el oro y desencadenando una nueva era de libre flotación de las monedas a nivel mundial. Dos años después, se produjo una fuerte crisis a nivel mundial provocada por el primer shock petrolero; los países productores de crudo comenzaron a tener enormes cantidades de dinero para invertir. Estos petrodólares, captados por los grandes bancos estadounidenses y europeos, no serían invertidos en los países centrales (que, recordemos, se encontraban en recesión), sino que, gracias a la creciente liberalización financiera e internacionalización del mercado de capitales, encontrarían otro destino: la periferia.
En ese contexto, los gobiernos latinoamericanos (muchos de ellos dictaduras militares) se encontraron con una gran disponibilidad de crédito barato, lo que alentó un fuerte proceso de endeudamiento que, a comienzos de la década de los ochenta, desembocaría en una profunda crisis de la deuda. La suba de la tasa de interés en Estados Unidos llevada adelante por el gobierno neoliberal de Ronald Reagan para frenar la inflación significó un duro golpe para las finanzas de los Estados latinoamericanos, que obligó a la mayoría de los países a renegociar la deuda, y a entrar en una espiral de préstamos para solventarlas. En el proceso de renegociación fue muy importante el rol del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM): alineados con la propuesta económica neoliberal, estos organismos presionaron a los países de la región para aplicar reformas económicas en línea con la doctrina neoliberal, consolidando un cambio de rumbo (Harvey, 2007).
El Estado neoliberal tuvo su primer “experimento” en Chile tras el golpe de Estado de Augusto Pinochet en 1973. El mismo fue promovido por las élites económicas y tuvo el apoyo de Estados Unidos, que (en el contexto de la guerra fría) se veía amenazado por las ideas izquierdistas en la región. Según Harvey (2007), el gobierno chileno “reprimió de manera violenta todos los movimientos sociales y las organizaciones políticas de izquierda y desmanteló todas las formas de organización popular que existían en el país”.
Cabe señalar, sin embargo, que el neoliberalismo en la región no tuvo su origen en el gobierno de Pinochet, sino en los años cincuenta, cuando según Escalante (2015) “el gobierno norteamericano inauguró un programa de becas para favorecer la modernización de los estudios económicos en América Latina”. Dicho programa buscaba que estudiantes de economía latinoamericanos adquirieran una mejor formación en Estados Unidos, basada en las teorías neoliberales de Milton Friedman. En 1975, algunos de estos Chicago Boys son contratados por el gobierno de Pinochet, comenzando el proceso de neoliberalización en Chile: se privatizaron empresas y activos públicos, Seguridad Social, recursos naturales, se facilitó la inversión extranjera directa y se desreguló el comercio (Harvey, 2007).
La experiencia chilena sirvió como ensayo para lo que, pocos años más tarde, sería el giro neoliberal de Estados Unidos (con Ronald Reagan) e Inglaterra (con Margaret Thatcher).
Reflexión final
La evidencia histórica muestra que hubo momentos donde el modelo keynesiano fue sumamente positivo en términos económicos, mientras que en otros períodos no logró explicar ni resolver los problemas de la economía. Algo similar ocurrió con el modelo neoliberal, que en ocasiones logró explicar los principales problemas económicos (haciéndolo, precisamente, cuando el keynesianismo no lograba dar respuestas), aunque obtuvo resultados cuestionables a la hora de la aplicación de sus políticas, sobre todo en materia de distribución del ingreso y desigualdad.
Pero entonces, ¿hay una receta para saber cuándo se deben aplicar políticas de un signo u otro? No creemos que exista una fórmula exacta que asegure los resultados deseados, pero sí consideramos que es muy importante que, previo a la aplicación de cualquier política, se haga un análisis riguroso y un diagnóstico preciso de la economía en cada situación particular. Esto podría ayudar a saber qué pasos seguir y qué políticas tomar. Si los problemas que padece una economía, por ejemplo, se identificaran como provenientes de la demanda, podría ser una buena opción tomar medidas de política fiscal de corte keynesiano; si, al contrario, se detectara que los problemas recaen sobre la oferta, este tipo de políticas podrían no resultar las más adecuadas.
Referencias
Barciela, C. (2010). La Edad de Oro del Capitalismo (1945-1973). Crítica.
Bértola, L., & Ocampo, J. A. (2010). Una historia económica de América Latina desde la independencia. México, FCE.
Castells, A., & Bosch, N. (1998). El futuro del Estado del bienestar: Algunas líneas de reflexión. Civitas.
Escalante, F. (2015). Historia mínima del neoliberalismo. Una historia económica, intelectual y cultural de nuestro mundo desde 1975. El Colegio de México.
Harvey, D. (2007). Breve historia del Neoliberalismo. Akal.
[1]Estudiantes de la Licenciatura en Economía.