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  • 15/10/2021: Enseñanza de la economía: la pandemia y el día después

15/10/2021: Enseñanza de la economía: la pandemia y el día después

--Pablo Marmissolle, Ivone Perazzo

El advenimiento de la pandemia de Covid-19 en 2020 condujo al rápido pasaje de los cursos de la facultad a formatos virtuales, muchos de los cuales fueron combinados con formatos híbridos a partir de 2021. Este escenario totalmente imprevisto, despertó un conjunto de preguntas con respecto al futuro de la enseñanza universitaria, tanto en Uruguay como en el resto del mundo.

En este contexto de incertidumbre, los pasados miércoles 1 y jueves 2 de setiembre tuvieron lugar las primeras Jornadas Académicas de Enseñanza de la Economía organizadas por el Departamento de Economía (DE) de la Facultad. El evento se organizó en dos sesiones de una hora en cada jornada; puede consultarse el programa en el siguiente enlace.

Durante ambas jornadas se contó con presentaciones de expertos, intercambio de experiencias docentes, participación de estudiantes y espacios de debate que buscaron ofrecer un espacio para la reflexión acerca de la enseñanza universitaria en economía. Las discusiones abordaron, particularmente, los desafíos que afrontó la educación en relación con la pandemia del coronavirus y las perspectivas para los próximos tiempos.

La apertura estuvo a cargo del Prof. Henry Willebald, director del DE, quien destacó que hace ya varios años que en el Departamento la comunidad de docentes se viene preguntando sobre la forma de mejorar la transmisión de conocimientos, se discuten los contenidos y la forma de articularlos entre Unidades Curriculares (UC), se busca dar respuesta a los bajos índices de asistencia en muchas asignaturas, se revisan las estrategias didácticas y se promueven innovaciones docentes, así como un conjunto amplio de asuntos que hacen a la actividad de enseñanza. En ese contexto, señaló que la pandemia no ha hecho más que visibilizar muchas de estas cuestiones, obligando a mirar más de cerca a los cursos, a innovar a paso forzado y, en definitiva, ha conducido a cuestionarse hacia dónde marcha la enseñanza universitaria en general, y de la economía en particular. De ahí que éste es un muy buen momento para crear un espacio de reflexión y análisis, de intercambio de experiencias docentes, y de debate en torno a las distintas alternativas que nos depara el futuro de la enseñanza.

Se presenta a continuación un breve resumen de las sesiones, con la esperanza de que sirvan como puntapié inicial e insumo para un debate tan complejo como necesario.

¿Qué aspectos de la enseñanza vinieron con la pandemia y convendría mantenerlos después? ¿Qué cosas deberíamos cambiar después de que pase la pandemia?

Con esas preguntas como guía comenzó la primera jornada. Se contó con la participación de Pedro Ravela (profesional independiente), Virginia Rodés (CSE-UDELAR) y Elisa Failache (FCEA y estudiante de Doctorado en Economía-UAB).

Una primera idea que surgió de las exposiciones es que no sabemos bien (todavía) qué nuevas prácticas de enseñanza se desarrollaron durante la pandemia, ni tampoco qué pasó con los estudiantes. En otras palabras, los expositores señalaron que todavía nos falta una mirada profunda sobre lo ocurrido con el proceso de aprendizaje, faltan estudios que analicen sistemáticamente el que, a priori, parece ser un panorama muy diverso de experiencias tanto para estudiantes como para docentes. Aun así, es de destacar la relevancia de los saldos positivos que dejó el trabajo durante la pandemia, la importancia que tuvo haber mantenido la continuidad educativa y los importantes aprendizajes que se dieron por parte de docentes y estudiantes, además de los aprendizajes institucionales.

La virtualidad hizo que estudiantes y docentes ganáramos tiempo, pero al mismo tiempo ganáramos estrés, y este es un aspecto que sin duda habría que tener en cuenta a la hora de pensar qué deberíamos mantener o cambiar una vez que pase la pandemia. A esto se le suma que las desigualdades socioeconómicas también impactaron en las posibilidades de los estudiantes para aprovechar la enseñanza online, por ejemplo, por la heterogeneidad en las posibilidades de acceso a buenos equipos y conectividad a internet; pensar los aspectos de la virtualidad que sería positivo mantener implica, necesariamente, hacer consideraciones sobre el contexto socioeconómico de los estudiantes.

¿Qué deberíamos “mantener” de la pandemia? Los expositores destacaron algunos aspectos muy relevantes:

Sin motivación no puede haber aprendizaje, por lo que el involucramiento entre docentes y estudiantes, y de éstos con sus cursos, es clave. El trabajo colectivo, la autonomía y autogestión del proceso de aprendizaje son otros aspectos señalados como muy importantes a mantener, al igual que el trabajo con situaciones y proyectos auténticos, el desarrollo de actividades de aprendizaje que demanden comprensión (no memorización) y la evaluación basada en producciones “de autor” (no en la memorización de respuestas). Es relevante que haya un cambio en el rol docente: más énfasis en diseñar actividades relevantes para los estudiantes.

Queda la idea de que, en el fondo, se ha instalado una noción de polaridad entre presencialidad y virtualidad, que no es tal; las clases presenciales masivas son, en el fondo, clases a distancia. Es necesario pensar, de aquí en más, en una modalidad de enseñanza hibrida, que combine aspectos presenciales con educación a distancia, crear programas académicos a distancia de calidad, y aprovechar los debates actuales sobre las formas de evaluación para pensar en una evaluación de tipo formativa, y no acreditativa. En otras palabras, presencialidad y virtualidad no son necesariamente opciones contrapuestas, sino habría que pensarlas como complementarias.

La virtualidad trajo la posibilidad de que muchas personas, estando en distintas ubicaciones geográficas, puedan acceder a la formación. Esto, particularmente relevante para estudiantes del interior del país y para estudiantes de posgrados en el exterior, fue un factor sumamente positivo. Aun así, es de destacar que más allá del contenido académico, la universidad brinda un espacio de contención, emocional y social, que es parte importante de la formación universitaria, y para que existan estos espacios de contención es muy relevante la presencialidad. Si bien es claro que la experiencia, tanto de docentes como de estudiantes, ha sido diversa, es de destacar que durante la pandemia hubo un fuerte compromiso de los cuerpos docentes por la protección del derecho a la educación superior y de la continuidad educativa.

Desafíos de la enseñanza universitaria en economía en el marco de la pandemia

La segunda sesión de la primera jornada estuvo a cargo del Prof. Juan Camilo Cárdenas (Universidad de los Andes, Colombia), quien realizó una ponencia acerca de los desafíos de la enseñanza universitaria en economía en el marco de la pandemia. La presentación y moderación de la sesión estuvo a cargo de la Prof. Ivone Perazzo.

Con su exposición, Cárdenas transmitió la idea de no dejar desperdiciada a la presente crisis. Hay aprendizajes: en las preguntas económicas, en los métodos de enseñanza e investigación y en la práctica de la profesión. La pandemia ha dejado experiencias interesantes al acelerar cambios muy importantes en las formas de enseñanza; la virtualidad sin duda fue muy útil para continuar el proceso de enseñanza-aprendizaje, y a la hora de volver a la presencialidad, es importante hacerlo sin perder la conectividad.

Las formas en qué enseñamos economía son a la vez un reflejo y una causa de los elementos fundamentales de la disciplina en el presente; cabe preguntarse, entonces, ¿la economía tiene que seguir enseñándose desde el profesor hacia el grupo, de forma unidireccional? Es fundamental que los profesores aprendamos a soltar el poder. El poder de las evaluaciones, del saber, de los textos, etc. Hay que seguir yendo hacia el aprendizaje colaborativo, que haya interactividad, comunicación desde ellos hacia el docente y entre ellos mismos (intercambios descentralizados). En otras palabras: más humildad, más interdisciplinariedad, múltiples métodos.

Cárdenas señaló que en encuestas realizadas pre-pandemia a estudiantes de primer año de economía y a egresados de la carrera, ante la pregunta ¿Cuáles son los desafíos más urgentes para los economistas en el siglo 21? la gran mayoría de las respuestas apuntó hacia la desigualdad y el cambio climático. Frente a este resultado, parece claro que los retos de la disciplina hoy son diferentes a los del siglo XX, y sin embargo, la forma en que se enseña economía casi no ha cambiado desde el siglo pasado. La enseñanza de la disciplina necesita apuntar a la formación del pensamiento crítico, atendiendo tres grandes pasos o etapas: 1) enseñar a utilizar herramientas, 2) enseñar a contrastar distintas herramientas y hacer una evaluación crítica de las mismas, 3) enseñar a evaluar las consecuencias (sociales, políticas, económicas, éticas) de utilizar cada herramienta.

Hoy, el cambio climático y sus consecuencias son una de las grandes preocupaciones, superando incluso a la propagación de enfermedades infecciosas como la COVID-19. Frente a estos retos, es necesario preguntarse, ¿qué herramientas aprenden los estudiantes de primer semestre? Términos técnicos como la interdependencia entre los agentes económicos, redes, economías crecientes a escala, externalidades, información asimétrica, son el ABC de muchos de los análisis avanzados en economía y están atados a las principales preocupaciones de los estudiantes; nuestra disciplina ha avanzado mucho en sus herramientas, pero no las enseñamos al comienzo, y eso es un error ya que no motiva a los estudiantes.

La deserción de los estudiantes en economía puede estar asociada a la frustración de no llegar a ver las “buenas preguntas” que les motivaron a estudiar economía, preguntas frecuentemente asociadas a problemas como la existencia de grandes desigualdades, falta de desarrollo, cambio climático. Muchas veces enseñamos economía como si ésta no estuviera inmersa en el sistema ambiental, y esto es un problema serio. Los problemas que hoy afectan a la economía afectan a todo el funcionamiento de la sociedad, y no es posible entenderlos sin una visión de la economía como una parte de un todo más complejo: la problemática de la pandemia, la recesión económica que trajo aparejada, el cambio climático que está detrás de la pandemia y el colapso de la biodiversidad es solo un ejemplo de cómo la economía está inmersa en el sistema ambiental, y es necesario analizarla desde esa óptica para hacer frente a estos problemas. En este sentido, los docentes podemos hacer mucho, y tenemos herramientas para hacerlo: nuevos textos, experimentos en clase, herramientas virtuales, nuevas expresiones digitales, trabajo colaborativo.

Las y los docentes economistas y estudiantes de economía debemos replantearnos varias cosas, tanto sobre nuestra relación con los otros como sobre nuestra relación con la naturaleza. Debemos pasar de modelos basados en átomos (individuos) a modelos basados en relaciones entre átomos (interacciones sociales); debemos repensar el utilitarismo y sus límites éticos; debemos repensar la importancia de la interdependencia entre los individuos, la importancia de las externalidades y de las redes. Es necesario comprender que no es posible que haya crecimiento ilimitado en un planeta con capacidad limitada; el cambio climático no es más que una de las consecuencias de esta miopía de la economía, y es importante enseñar acerca de estos problemas desde el comienzo de las carreras de grado en economía.

Las voces de los estudiantes siguen siendo importantes. Rethinking Economics, en una encuesta a cerca de mil estudiantes de economía alrededor del mundo, ha encontrado que la mayoría de ellos está de acuerdo en que la pandemia tiene que ser un punto de quiebre en cómo se enseña economía. Las respuestas muestran que la gran mayoría de los estudiantes está en desacuerdo con que el mecanismo de precios sea una forma eficiente de asignar recursos frente a las crisis como la actual; la mayoría de los estudiantes sabe que las afirmaciones de los economistas están atravesadas por los sesgos político-ideológicos del analista; los docentes muchas veces pretendemos presentar el contenido como si fuera algo estrictamente técnico libre de sesgos, cuando no lo es.

Los economistas caímos en la trampa de separar la economía política de la economía. Pensando en los cambios que necesita la economía, y particularmente en los cambios que necesita la enseñanza de la disciplina, se hace pertinente considerar que la economía no es apolítica. El contexto actual, en el que algunos países discuten si dar o no una tercera dosis de la vacuna contra la COVID-19 al tiempo que millones de personas en otras regiones del mundo no han podido acceder a una primera dosis, muestra claramente un problema económico que es, en el fondo, un problema de economía política.

¿Hacia dónde está yendo la enseñanza en economía?

Esta interrogante dio comienzo a la segunda jornada del evento. La misma fue moderada por la Prof. Gabriela Pacheco (Vicedirectora del Departamento de Economía) y contó con la participación de los Profs. Jimena Pardo (docente de Desarrollo y Bienestar-UAHD), Adolfo Sarmiento (docente de Política Económica-UAMacro) y Rafael Laureiro (docente de Cambio y Diseño de Instituciones Económicas-UAMicro).

Los docentes coincidieron en que la pandemia los colocó en un desafío que también es una oportunidad para pensar la forma que enseñábamos economía, y también en la forma en que la evaluamos los contenidos. Eso produjo una serie de innovaciones y cambios en los cursos en los que participan que fueron compartidos como forma de reflexionar acerca de hacia dónde debería dirigirse la enseñanza de la economía. Se resaltó, también, la relevancia de comenzar a aplicar herramientas de lo que se conoce como aula invertida, que promueve que ciertas actividades más accesibles para el estudiante (como puede ser mirar un video con alguna explicación teórica breve) se realice fuera del aula y se utilicen las instancias sincrónicas para discusiones e intercambios más complejos, así como prácticas para aplicar los contenidos.

Se destacó la necesidad de utilizar los ejemplos prácticos y evidencia como forma de abordar los conocimientos más teóricos. Todos señalaron la oportunidad que brindó la pandemia para utilizar mucho más y mejor la plataforma EVA. También se señaló la necesidad de repensar los contenidos de las UC dado que existen algunas temáticas, como por ejemplo la economía experimental, que se han instalado con fuerza en el mundo y deberíamos enseñar en mayor profundidad, mientras que en otras estamos muy rezagados, como en la enseñanza de algunas habilidades transversales. Estas habilidades son estimuladas por algunas prácticas docentes en las que también estamos rezagados como la aplicación de lo que se conoce como aula invertida y el trabajo colaborativo. Estas prácticas se asocian a un rol de docente como facilitador. Se pone de manifiesto nuestras carencias en términos pedagógicos, nuestro desconocimiento sobre el proceso de aprendizaje. Todos estos nuevos procesos de interacción con los estudiantes requieren, a su vez, de una fuerte planificación de las clases explicitando los objetivos de cada etapa.

El cambio de paradigma en el que estamos situados va a requerir flexibilidad, reflexión, prueba y error, y más debate que no pasa solamente por la contraposición virtualidad-prespecialidad, sino, sobre todo, por la forma en qué enseñamos y los temas que abordamos.

La enseñanza universitaria en economía después de la pandemia de Covid-19 ¿hacia dónde deberíamos dirigirnos?

En el último panel, cuya presentación y moderación estuvo a cargo del Prof. Pablo Galaso, se contó con la participación del Decano de la Facultad y el Rector de la Universidad.

El Decano de la Facultad, Prof. Jorge Xavier, compartió algunos comentarios sobre los desafíos atravesados durante la pandemia. Resaltó el amplio compromiso de los docentes, el hecho de que los cursos se llevaron adelante en su totalidad y que la valoración de los resultados alcanzados es buena. Destacó la posibilidad que dio la pandemia de introducir modalidades virtuales que hacen posible democratizar el acceso a un gran número de estudiantes al tiempo que permite descomprimir los problemas de masividad de los primeros años. Estas son posibilidades que deberían mantenerse, aunque hace falta aún tener mucha más información sobre los resultados y desempeños alcanzados por los estudiantes en la pandemia. También resalta la fuerte incorporación de procesos de formación formativos por sobre los procesos de evaluación sumativos.

Finalmente, el Rector de la Universidad, Prof. Rodrigo Arim, reflexionó acerca de la enseñanza universitaria en economía después de la pandemia. Se concentró, sobre todo, en la discusión presencialidad-virtualidad. Señala que la comparación con otras universidades del mundo es compleja porque la Universidad tiene fuerte particularidades, en concreto, la combinación de gratuidad y cobertura, más del 80% de la matrícula universitaria en el país. Por tanto, el derecho al acceso a la educación superior de calidad adquiere rasgos muy particulares, al ser el problema casi exclusivo de una institución y no de un sistema. Teniendo esto en cuenta, cuando se observan las universidades del mundo, las carreras totalmente digitales son marginales, lo virtual es utilizado generalmente como complemento en algunos contextos y tipos de cursos, en particular en la educación permanente. Obviamente también hay especificidades disciplinares, no es lo mismo odontología que una licenciatura en economía.

En la Universidad, los resultados en términos de retención y culminación de cursos fueron buenos durante la pandemia, pero eso no quiere decir que no se vea afectada la calidad. La evidencia internacional sobre estas cuestiones es todavía muy escasa, pero pone de manifiesto que la virtualidad puede perjudicar a los estudiantes con mayores dificultades por lo que siempre democratiza y facilita el acceso, pero debilita los mecanismos de contención y retención propios de las redes y la interacción entre pares que solo da la presencialidad.

La calidad se ha visto afectada sin duda porque se perdieron los espacios de interacción entre los estudiantes, la posibilidad de construir una comunidad y un lugar de pertenecía, y la pérdida de calidad del trabajo colaborativo. El cambio en las modalidades de evaluación puede haber afectado también la calidad de la enseñanza que tienen sentido en un contexto de emergencia, pero deben pensarse en un escenario de recuperación de la presencialidad, pero es posible que, por razones sanitarias, no necesariamente pedagógicas, deba mantenerse cierta virtualidad. Los docentes somos clave para recuperar presencialidad, para promover esta recuperación. No podemos simplemente convocar a que venga quien quiera, porque seguramente lo hagan los que tienen más posibilidades, la convocatoria tiene que ser más amplia, tenemos la obligación de pensar en estas cosas.

No es pensable que, en la generalidad, se pueda culminar la carrera sin presencialidad o sin algún tipo de presencialidad; esto es así porque el aprendizaje es una actividad colectiva, la actividad científica sin dudas, pero también la profesional lo es cada vez más. Debemos evaluar los cambios que se están produciendo, identificando resultados y contrastando alternativas. Podemos aceptar que existen heterogeneidades, porque el contrafactual sería que algunos estudiantes no accedan, pero existe un riesgo de caer en ofertas educativas de primer y segundo nivel que no podemos consolidar; esto es, podemos mantener cierta virtualidad pero de forma crítica. Es importante para esto unirnos a redes internacionales de reflexión sobre estos temas y generar evidencia.

Y qué piensan los y las estudiantes …

Como “disparador” inicial en ambas jornadas, se proyectó una serie de videos realizados por la Unidad de Comunicaciones de la FCEA, que muestran el testimonio de estudiantes de primer año, estudiantes avanzados y egresados recientes. Las respuestas de los estudiantes constituyen sin duda un insumo clave en la discusión. A continuación, se presentan las preguntas que se les realizaron junto con un breve resumen de sus respuestas.

¿Cuál es su opinión acerca de las clases, los programas y las formas de evaluación antes, durante y después de la pandemia? ¿Cómo fue su experiencia en facultad durante la pandemia? ¿Qué han perdido y qué han ganado con las clases virtuales?

Hay coincidencia en que si bien el comienzo fue difícil y costó un tiempo adaptarse a la virtualidad, en este año y medio de pandemia lograron ir ajustándose y la experiencia acabó siendo positiva. Quienes ya habían comenzado la carrera antes de la pandemia, destacaron que una ventaja para ellos fue tener que adaptarse solamente a la virtualidad, y no también a la vida universitaria; esto, señalan, significó una doble dificultad para quienes comenzaron la carrera en 2020 o 2021. Algunos testimonios señalan que el intercambio con otros estudiantes y con los profesores fue difícil en la virtualidad, al ser muy distinto al contacto presencial que se daba en años anteriores.

Un punto en el que parece haber consenso es en la ventaja de la virtualidad a la hora de poder organizar el tiempo de estudio de manera eficiente. La mayoría de las y los estudiantes apunta que lograron organizar mejor sus horarios y que esto les permitió realizar más materias que las que hubieran podido desarrollar si los cursos hubieran sido presenciales. Entre los factores que explican esta ventaja de la virtualidad sobre la presencialidad, se destaca la posibilidad de ver las clases grabadas, hecho que se considera fundamental para repasar, aprender más y prepararse para las evaluaciones; así como la mayor cantidad de tiempo disponible para estudiar gracias a la reducción de los tiempos de traslado (particularmente importante para quienes viven en la periferia de Montevideo o en el interior del país).

¿Qué opinan acerca de las herramientas pedagógicas implementadas para el dictado de las clases?

Se destaca la utilidad de la plataforma Zoom, que permitió, al menos en parte y en algunos cursos, replicar el funcionamiento de las clases presenciales. El EVA fue señalado también como una herramienta muy útil durante la virtualidad, y si bien se señala que aún queda mucho espacio para mejorar en cuanto su uso, es notoria la mejora en su utilización respecto al período pre-pandemia.

Las y los estudiantes suelen coincidir en que si bien en un primer momento tanto ellos como los docentes tuvieron dificultades para usar correctamente estas herramientas, con el paso del tiempo hubo un aprendizaje significativo desde ambas partes.

Cabe destacar, sin embargo, que existe cierta percepción de que, si bien se ha mejorado sustancialmente, los recursos utilizados por las UC de Facultad, todavía están unos pasos más rezagados que los que pueden observarse en otras universidades. Se ha señalado, además, que no siempre las UC accedían a grabar las clases, lo que significó una dificultad adicional en aquellos casos en que se ofreció un único (o pocos) horarios de cursado. Respecto a las UC que sí grabaron sus clases, se percibe que muchas veces se utilizaba el tiempo de clases sincrónicas para el contenido práctico del curso, en tanto los aspectos teóricos se abordaban en clases asincrónicas; en estas, en ocasiones, la grabación era de muy mala calidad, lo que dificultó significativamente el aprendizaje.

¿La nueva modalidad de cursado afectó en su motivación para continuar con sus estudios?

Quizá de manera sorprendente, hay consenso en que la virtualidad no solo no generó un desincentivo para la continuación de los estudios, sino que, generalmente, la visión es exactamente la opuesta. La mayoría de los entrevistados coincide en que la virtualidad no los desmotivó, y aquellos que sí sintieron cierto desestimulo a continuar cursando, señalan que esa desmotivación fue fruto del colapso inicial tras el comienzo de la emergencia sanitaria; una vez que los cursos se reformularon, el efecto de la virtualidad pasó a ser positivo ya que, como se señaló anteriormente, ésta permitió un uso más eficiente del tiempo y un avance más rápido en la carrera.

¿Cómo fue el vínculo con los demás estudiantes y con los docentes?

Si bien en términos generales la evaluación de la experiencia de la educación distancia es positiva, en distintos momentos los estudiantes transmitieron que existió un elemento desmotivador: la falta de interacción presencial con docentes y pares. En efecto, es importante señalar que algunas/os estudiantes percibieron como una desmotivación el hecho de no estar en contacto directo con sus pares y con el equipo docente, en tanto que otros señalaron que la motivación / desmotivación dependió mucho de cómo cada docente resolvió la virtualización. En este sentido, se destaca que era evidente cuándo el/la docente se esforzaba por el curso, lo que generaba un fuerte incentivo en los estudiantes para mejorar su desempeño; en otros casos, se vivió la situación opuesta: la notoria falta de esfuerzo de algunos docentes generaba un fuerte desincentivo para el cursado de la materia.

Existe acuerdo en que lo social quedó vulnerado, en que se despersonaliza la educación cuando el estudiante pasa mucho tiempo mirando una pantalla sin ver gente. La principal pérdida fue la falta de vínculos con compañeros de estudio. Señalan que les hacía falta poder interactuar con otros compañeros y profesores sobre todos quienes recién empezaban porque no tenían redes formadas. Algunas herramientas, como Whatsapp y redes sociales, ayudaron a amortiguar este efecto.

¿Qué piensan de las pruebas virtuales?

Había una percepción de que serían más fáciles por tener el material, pero hay cierta coincidencia en que terminaron siendo más desafiantes por distintos motivos. Por ejemplo, porque tendieron a ser múltiple opción y eso les jugaba en contra debido a que solo se evaluaba el resultado, pero no el proceso por el cual llegaron al mismo. Además, previendo ciertas facilidades de realización, los propios profesores tendieron a aumentar la dificultad (con el uso de modalidades de prueba de no retroceso o acortando mucho los tiempos de las pruebas).

¿La enseñanza tiene que volver a ser la misma de antes?

Como aspecto a favor de volver a la prespecialidad se resalta la posibilidad de intercambiar personalmente con los compañeros y docentes y el sentido de pertenencia. Como punto en contra se destaca las posibilidades que le brinda la virtualidad a algunos estudiantes, en particular del interior. En general coinciden en que muchos recursos deberían mantenerse.

A modo de cierre

La búsqueda de una mejora permanente en nuestro desempeño como docentes, en una actividad como la enseñanza, que nos identifica como universitarios y nos compromete como ciudadanos, es una trayectoria tan desafiante como ineludible.

En este camino esperamos que estas Jornadas hayan constituido solo un paso. Las mismas dejaron abiertas una serie de interrogantes sobre las que deberíamos seguir discutiendo: ¿Qué combinación de enseñanza presencial y a distancia deberíamos mantener sin afectar ni las posibilidades de acceso a la educación ni la calidad de la enseñanza? ¿Qué tanto impacta la no presencialidad en la formación de comunidades y el intercambio entre pares (de docentes y estudiantes)? ¿Podremos aprovechar estos desafíos para mejorar la forma en que enseñamos economía?

El común denominador de las exposiciones fue la falta de certezas, de datos y de evaluaciones profundas del proceso atravesado en el último año y medio y, por ende, del mejor camino a seguir en el futuro. No obstante, contar con presentaciones de expertos, el intercambio de vivencias docentes, la participación de estudiantes y conformar oportunidades de debate procuraron ofrecer un espacio para la reflexión acerca de la enseñanza universitaria en economía que debería constituir una práctica habitual en nuestro Departamento.

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