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La posicionalidad de los bienes y el origen de la preocupación posicional de los individuos

[1]

Martín Leites (*)  

Analía Riveiro (*) 

Gonzalo Salas(*)

(*) IECON – FCEA – Udelar

Muchas de las elecciones que tomamos a diario están influidas por las decisiones que toman los demás. Del mismo modo, qué tan satisfechos estamos con nuestra situación económica o nuestros consumos, puede estar determinado por cuanto ingreso/bienes disponemos en relación a nuestros amigos, compañeros de trabajo, vecinos u otros grupos sociales. Existen distintos fundamentos para explicar esta interdependencia. En base a una muestra de jóvenes uruguayos, este estudio se propone indagar sobre cuáles bienes son más valorados cuando son consumidos por otros, qué tanto se preocupan los individuos por el consumo de los demás, y por qué razones lo hacen. Para avanzar en este tema es necesario presentar la idea de bienes posicionales y los fundamentos de por qué nos preocupamos por los consumos de los otros.

¿Qué son los bienes posicionales?

Son aquellos bienes cuyo valor o utilidad dependen fuertemente de su comparación respecto a cuanto poseen los demás (Hirsch, 1976; Frank, 1985). Se ha debatido si estos bienes se distinguen por alguna característica específica. Algunos autores sugieren que se caracterizan por tener una alta visibilidad sociocultural, en tanto lo relevante no es la observabilidad "objetiva" per se, sino el valor cultural y social que cada sociedad o grupo socioeconómico les asigna (Heffetz, 2011, 2018). Por ejemplo, la visibilidad del consumo de algunos bienes ofrece una señal de estatus social o reporta información valiosa (ejemplo la calidad de un producto) para el resto. Sin embargo, algunos trabajos sugieren que algunos bienes que son socialmente valorados no presentan alta visibilidad social (Alves et al., 2022).

¿Por qué las personas se preocupan del ingreso y los consumos de los otros?

Existen distintas respuestas a esta interrogante. La teoría evolutiva sugiere que su origen es innato y proviene de una historia de rivalidad y competencia de las generaciones pasadas. Una segunda explicación sostiene que los individuos enfrentan información o preferencias incompletas, por lo que el consumo o el ingreso del resto de las personas se convierte en información valiosa para tomar mejores decisiones (Postlewaite, 1998; Frank, 2005; Hopkins, 2008). En tercer lugar, la preocupación relativa podría explicarse por la búsqueda de estatus y/o de señalización hacia el resto de la sociedad, en tanto estas cuestiones producen mejoras en el bienestar u otra ventaja. Por ejemplo, la decisión de comprar un auto de cierta marca le puede permitir a la persona demostrar que tiene una buena situación económica. Algo similar sucede con el uso de cierta vestimenta, si se quiere dar la señal de que es un/a profesional exitoso/a. Una cuarta explicación postula que la preocupación relativa surge de acuerdos sociales, la naturaleza de las instituciones y las normas sociales (Hopkins, 2008). Por ejemplo, aquellas situaciones donde el que llega en primer lugar obtiene el beneficio y el resto no obtiene nada. Esto sucedería cuando se realiza una convocatoria para un único puesto laboral.

¿Por qué es relevante?

La preocupación relativa y el consumo posicional son centrales para comprender un conjunto amplio de comportamientos, asociados al propio consumo, a la disposición a pagar impuestos, y a la tolerancia a distintos niveles de desigualdad. Además, tienen un efecto clave en el bienestar. Por ejemplo, estudios demuestran que el bienestar de los países más ricos no aumenta con el crecimiento económico (Paradoja de Easterlin), lo cual, ha sido vinculado a que como todos mejoran no se alteran los logros relativos.

¿Qué hacemos?

Este estudio aporta evidencia sobre el grado de posicionalidad de un conjunto de bienes para Uruguay. En segundo lugar, contribuye a la comprensión sobre qué tan posicionales somos los uruguayos y los posibles motivos que nos llevan a comportarnos de esa forma.

Para medir el nivel de posicionalidad de los bienes y el grado de preocupación relativa de los individuos, aplicamos cuestionarios experimentales que permiten aproximar la posicionalidad a nivel individual para tres bienes o servicios (autos, joyas, seguro médico) y para el ingreso. El parámetro de posicionalidad se define como el cociente entre las ganancias de utilidad que los individuos reportan, generada por la mejora en el ingreso/consumo relativo al resto de los individuos, y la mejora total en la utilidad que generan los cambios en el ingreso/consumo (suma del componente relativo y absoluto).[2] Es decir, cuanto más alto este cociente más posicional es el bien o mayor es la preocupación relativa que tiene un individuo.

¿Cómo lo hacemos?

Utilizamos un cuestionario experimental que aplicamos a una muestra de más de 949 jóvenes de entre 18-20 años, cuya información de contacto proviene del Estudio Longitudinal de Bienestar del Uruguay. Los participantes realizaron una serie de elecciones sobre pares de sociedades hipotéticas (A y C), en idéntica situación y expuestos a la misma información. Tenían que optar por la mejor sociedad para su nieto/a en base a las instrucciones que fueron presentadas por el encuestador y tarjetas que muestran la situación y facilitan la comprensión. En cada elección se presentaban pares de sociedades que sólo diferían en dos aspectos: el nivel de ingresos/consumo de su nieto/a y los niveles de ingreso/consumo relativo.[3] Ante esta alternativa, si alguien elige la sociedad A sobre la C, su nieto/a tendrá un mayor ingreso/consumo absoluto, pero enfrentará una peor situación relativa. Si prefiere la sociedad C, estaría reduciendo el ingreso de su nieto/a a cambio de que pueda lograr una mejor posición relativa. Las elecciones plantean una tensión entre ingreso/consumo relativo e ingreso/consumo absoluto. En base a las elecciones que realizan los entrevistados se identifica la magnitud del parámetro de posicionalidad.[4]

La secuencia de elecciones hipotéticas fue realizada para el ingreso y tres bienes con características muy distintas: seguro médico (baja visibilidad y alto valor de uso); joyas (alta visibilidad y bajo valor de uso); autos (alta visibilidad y alto valor de uso). La posibilidad de relevar cuatro parámetros de posicionalidad a nivel individual, permite distinguir entre bienes posicionales y no posicionales e identificar participantes con un nivel de preocupación relativa alto y neutro.

El estudio también busca comprender el origen de la heterogeneidad de los niveles de posicionalidad explorando algunas hipótesis. En primer lugar, se exploró la asociación del parámetro de posicionalidad con un conjunto de variables demográficas y socioeconómicas de los participantes, sus hogares, y su madre/padre. En particular se exploró la hipótesis de transmisión intergeneracional de la preocupación posicional. Además, se utilizaron tratamientos de información dentro del cuestionario experimental para poner a prueba la hipótesis evolucionista sobre las diferencias por sexo, y la hipótesis de que la posicionalidad está asociada a la aversión a la desigualdad. Esto quiere decir que se realizaron pequeñas variaciones en los cuestionarios experimentales para analizar si dichos cambios generan modificaciones en las respuestas de los entrevistados. Respecto al primer tratamiento de información, se dividió la muestra en tres grupos y se hicieron variaciones respecto al sexo del nieto/a que viviría en las sociedades hipotéticas: sin detallar sexo (grupo control), nieta (tratamiento 1); nieto (tratamiento 2). Un segundo tratamiento de información orientado a establecer el vínculo entre posicionalidad y aversión a la desigualdad se realizó manipulando el origen de la desigualdad en las sociedades hipotéticas. Nuevamente se construyeron tres grupos formados de manera aleatoria a los que: no se les indicó como se formaron los ingresos del/la nieto/a (grupo de control); se informó que los ingresos observados en la sociedad es el resultado del esfuerzo (tratamiento esfuerzo); se informó que los ingresos observados en la sociedad son el producto de la herencia recibida (tratamiento herencia). 

¿Qué encontramos?

Sobre los bienes. Encontramos que las joyas, los automóviles y los seguros médicos son bienes que su valoración depende altamente de su consumo relativo. Los tres bienes son identificados como posicionales y su grado de posicionalidad no tiene diferencias estadísticamente significativas. Un resultado novedoso es que el seguro médico es altamente posicional a pesar de ser identificado como un gasto de baja visibilidad. Por su parte, el ingreso individual tiene un parámetro de posicionalidad que es positivo, pero significativamente menor que los tres bienes antes mencionados (ver las diferencias en media en el grado de posicionalidad del ingreso y los bienes seleccionados en la Figura 1. Las medias están representadas por las líneas verticales punteadas).

Sobre la posicionalidad individual. Existe una alta heterogeneidad en el grado de posicionalidad entre los jóvenes. El parámetro de posicionalidad tiene una distribución bimodal (fuerte concentración en los niveles altos y bajos, y baja concentración en valores intermedios), siendo un grupo (mayoritario) altamente posicional y un segundo grupo con un nivel de posicionalidad neutro (ver las distribuciones para cada bien y el ingreso en la Figura 1). Si bien un subconjunto de los participantes muestra una posicionalidad alta para todos los bienes analizados algunos participantes presentan preocupación posicional sólo en algunos de los bienes. Se explora la asociación del parámetro de posicionalidad para un conjunto de variables socioeconómicas y demográficas. En general no se encuentran relaciones significativas.

¿Cuál es el origen de la posicionalidad?

Se exploran en detalle tres hipótesis.

Transmisión intergeneracional de la posicionalidad individual: La preocupación relativa y las actitudes hacia la posicionalidad han sido interpretadas como un rasgo cultural. Esto implica que su formación en parte es explicada por la transmisión intergeneracional de estos rasgos (Bisin y Verdier, 1998). Las estimaciones realizadas con la información disponible no encuentran transmisión intergeneracional. Sin embargo, este resultado merece un análisis más profundo, ya que las preguntas de los padres y el parámetro de posicionalidad de los hijos no son idénticas y podría existir un sesgo de atenuación por la inclusión de errores de medida. Los jóvenes cuyos padres tienen mayor nivel educativo tienden a presentar un mayor grado de posicionalidad, lo cual sugiere la relevancia del contexto socioeconómico.

El argumento evolucionista y la hipótesis de diferencias por género: Las teorías evolucionistas sugieren que los varones tienen una mayor preocupación posicional y una mayor motivación por la búsqueda de estatus. Se explora si hay una relación causal entre el género del participante y de su nieto/a hipotético/a, rechazando la existencia de una diferencia significativa.

Posicionalidad y su vínculo con la aversión a la desigualdad. La preocupación posicional ha sido vinculada con la existencia de preferencias sociales y aversión a la desigualdad, lo que establece la hipótesis de que el grado de posicionalidad puede ser maleable a las distintas nociones de justicia. Para abordar esta hipótesis se utiliza el tratamiento de información que permite evaluar si el grado de posicionalidad de los individuos es sensible al origen de la desigualdad. Se encuentra un efecto significativo del tratamiento de información sobre el origen de la desigualdad. El tratamiento esfuerzo y herencia reducen la magnitud del parámetro de posicionalidad, siendo el efecto estadísticamente significativo en el segundo tratamiento. La magnitud de este parámetro podría estar asociada a que los individuos son aversos a la desigualdad, la relación encontrada sugiere que las personas identifican a la herencia y el esfuerzo como fundamentos meritocráticos.

Estos hallazgos complementan el argumento evolucionista y el de transmisión cultural. La baja capacidad explicativa de las variables utilizadas en nuestros modelos y la evidencia encontrada acerca del peso de las creencias sobre el origen de la desigualdad, podrían estar indicando que el origen de la posicionalidad también está asociada a factores institucionales (hipótesis de Hopking, 2008).

¿El cuestionario experimental ofrece una buena medida de la posicionalidad individual?

Un aspecto novedoso en relación a los antecedentes es que se explora si el parámetro de posicionalidad recogido con el experimento está asociado con una batería de preguntas que han sido utilizadas para medir las comparaciones interpersonales (Clark y Senik, 2010) y la visibilidad cultural de los bienes (Heffetz, 2011), las cuales han sido asociadas a comportamientos motivados por la búsqueda de estatus. El estudio de la asociación entre el parámetro de posicionalidad y las variables definidas en base a las preguntas sobre dirección e intensidad de las comparaciones permitiría explorar si estas herramientas miden los mismos fenómenos. Los resultados sugieren en general una relación relativamente baja y no significativa, por lo que todo indicaría que son instrumentos que miden distintos aspectos de la posicionalidad. Un resultado consistente y que merece mayor análisis es que los jóvenes que tienden a declarar menor nivel de visibilidad de los bienes son los que declaran mayores niveles de posicionalidad del seguro médico, que, por su naturaleza, es un bien de baja visibilidad.

¿Podemos decir algo sobre diseño de las políticas públicas en base a nuestros hallazgos?

Los resultados tienen relevancia en términos de bienestar y para el diseño de políticas públicas. El nivel de posicionalidad encontrado para los distintos bienes sugiere que las desigualdades de consumo e ingresos tienen un efecto indirecto en el bienestar de las personas. En el caso particular del acceso a servicios de salud “de calidad”, además de tener un efecto directo en el bienestar también lo afecta indirectamente mediante el acceso desigual a dichos servicios. Por otra parte, el alto nivel de posicionalidad encontrado para los bienes analizados sugiere la existencia de una “carrera de ratas” por el consumo, donde los individuos se superan unos a otros en el consumo del bien posicional sin mejorar el desempeño en otras dimensiones del bienestar que son valiosas. También tendría implicancias en términos del bienestar agregado, al existir problemas de sobreconsumo de los bienes posicionales, y pérdidas de bienestar agregado, asociado a externalidades negativas, que pueden tener consecuencias ambientales (Frank, 1985).

Figura 1 Parámetro de posicionalidad marginal para el ingreso y los bienes analizados: media y distribución

(a)    Ingreso y joyas

salas figura 1

(b)    Ingreso y automóviles

salas figura 2

(c)    Ingreso y seguro médico

salas figura 3

Nota: Estimaciones en base a las respuestas consistentes de los participantes. Las frecuencias y la línea en fucsia identifican la distribución y la media del parámetro de posicionalidad para el ingreso. Las frecuencias y la línea en gris identifican la distribución y la media del parámetro de posicionalidad para los bienes seleccionados. Las pruebas estadísticas realizadas rechazan que las medias y la distribución del ingreso sea igual que la de los bienes. En todos los casos los bienes muestran que la media es superior y la distribución está corrida a la derecha, lo que indica su mayor grado de posicionalidad.

La heterogeneidad encontrada sobre los niveles de posicionalidad y su vínculo con la aversión a la desigualdad implica que las desigualdades de acceso a consumo no afectan el bienestar por igual a todos los jóvenes y seguramente se traduzca en respuestas comportamentales diferentes. Los resultados sugieren que la preocupación posicional podría ser más alta entre aquellos que provienen de contextos socioeconómicos más favorables, pero que acumularon menores niveles de educación. Este resultado merece mayor análisis y podría tener implicancias para la persistencia de la desigualdad, debido a que el consumo posicional podría desplazar otros consumos deseables.

Finalmente, nuestros resultados sugieren que la preocupación posicional (impulsada por la aversión a la desigualdad) es significativamente menor cuando la desigualdad se explica como resultado del esfuerzo y la herencia. Los participantes son más tolerantes con la desigualdad resultante de la "herencia" y en menor medida del "esfuerzo", ya que ambos parecen percibirse como méritos individuales. Este resultado ofrece nuevos elementos para comprender las motivaciones de los individuos a la hora de rechazar algunos tipos de impuestos, como por ejemplo los impuestos a la herencia y a la propiedad.

[1] Esta nota es producto de una investigación financiada por el Fondo Clemente Estable (2018) de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) - FCE_3_2018_1_149516.

[2] Por ejemplo, si el parámetro de posicionalidad es 0.5, implica que un incremento en el ingreso/consumo genera las mismas ganancias de utilidad por su efecto absoluto (componente absoluto) que por una mejora indirecta en la dotación relativa (componente relativo).

[3] El componente relativo se define como la diferencia entre el ingreso/consumo del/la nieto/a y el ingreso/consumo medio de la sociedad. En los ejercicios que presentamos la situación relativa siempre es peor en la sociedad A que en las distintas alternativas asociadas a la sociedad C.

[4] El relevamiento del parámetro de posicionalidad requiere tomar como válidos algunos supuestos de la función de utilidad de los individuos, en particular, en relación a la forma funcional de la preocupación relativa.

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