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El proyecto CORE y la enseñanza de la economía

- Gabriel Burdín (IECON)

¡Queremos escapar de los mundos imaginarios! Esta frase encabezaba la petición de un grupo de estudiantes franceses que ya en el año 2000 demandaba cambios en la formación en economía. Demandas similares se han multiplicado en varias universidades y países en años recientes, derivando en el surgimiento de diversas organizaciones principalmente a nivel estudiantil. La Gran Recesión en el mundo desarrollado también ha colocado diversos aspectos vinculados a la practica profesional de los y las economistas bajo creciente escrutinio público. La formación en economía ha sido precisamente uno de ellos.

En America Latina, el panorama no parece ser diferente. Los pocos datos disponibles indican que los estudiantes parecen estar insatisfechos con los métodos de enseñanza y contenidos. En Uruguay, una encuesta a egresados de Economía realizada por la FCEA mostró también importantes niveles de disconformidad respecto al grado de actualización de la formación recibida (principalmente en las cohortes más jóvenes de egresados) y a su aplicabilidad en la vida profesional, particularmente entre aquellos que no tienen una inserción académica (¡la mayoría!). Algo pasa.

Casi siempre, las demandas para transformar la formación económica provinieron del campo heterodoxo (marxistas, post-keynesianos, evolucionistas, etc). Lo novedoso es que ahora las presiones provienen del propio riñón de la corriente principal. En las ultimas décadas, y bajo la influencia de los enfoques neoinstitucionalistas, comportamentales y de la economía de la información, se ha abierto una brecha entre lo que se considera parte del mainstream de la profesión y lo que se denomina ortodoxia neoclásica. El primero, que se ha vuelto un territorio amplio (no siempre hostil a ideas heterodoxas), con fronteras más difíciles de determinar, y en permanente mutación, encuadra buena parte del trabajo de investigación. La segunda, obsesionada con el comportamiento optimizador de individuos plenamente racionales y el equilibrio competitivo, todavía hegemoniza la enseñanza de la economía, principalmente en su primer tramo[1].

En este marco, debe entenderse el surgimiento de la iniciativa Curriculum Open-access Resources in Economics, conocida como el proyecto CORE econ. A fines de 2014, participé de un seminario sobre New Economic Teaching en Santiago de Chile que me permitió conocer más de cerca el proyecto y discutir su eventual aplicación en la región. CORE es un libro de introducción a la economía producido colaborativamente por decenas de académicos de distintos países. El material viene siendo testeado en diversas universidad de Europa, Estados Unidos, Australia e India. Su desembarco en América Latina no tardará demasiado. CORE contrasta con el modelo dominante de producción y distribución de textos de economía, dado que se trata de un material de acceso abierto y sin costos para los estudiantes. Su disponibilidad online habilita revisiones periódicas a bajo costo y adaptaciones de contenidos a contextos regionales específicos[2].

Pero la novedad fundamental refiere a los contenidos. En comparación a los textos convencionales, CORE se diferencia en al menos cuatro aspectos fundamentales. Primero, la introducción de conceptos y herramientas matemáticas no ocurre en abstracto sino a los efectos de responder preguntas sobre problemas económicos concretos (crecimiento, desigualdad, medio ambiente, etc). Segundo, el diálogo entre conceptos, historia económica y otras formas de evidencia sobre el funcionamiento de la economía es permanente. Escapar de los "mundos imaginarios" no implica para CORE renegar de la modelización ni del uso de las matemáticas, pero si enmarcar su uso en un enfoque fuertemente intuitivo, que dialoga con los datos y se articula a preguntas de interés actual para los estudiantes (probablemente el tipo de preguntas que a todos nos llevaron a estudiar economía en un primer momento). Tercero, se expone al estudiante a contenidos que se encuentran más próximos a la frontera de investigación. Por ejemplo, los estudiantes ya no deberán esperar un curso de posgrado (si tienen suerte!) para saber que los individuos perfectamente racionales y egoístas son una caricatura a la que ya ni siquiera el mainstream de la profesión adhiere. Cuarto, el rol de las instituciones es omnipresente en el texto. El tipo de instituciones examinadas excede largadamente la dicotomía tradicional mercado-gobierno.    

El movimiento internacional que demanda cambios en la enseñanza de la economía es heterogéneo y carece de un diagnostico y de objetivos unificados. Resulta difícil imaginar que pudiera tenerlos. Por este motivo, y seguramente también por tratarse de una de las primeras propuestas concretas que se ponen sobre la mesa, el proyecto CORE resulta blanco de críticas. Por ejemplo, es habitual escuchar que CORE es "insuficientemente heterodoxo/plural" en el sentido de no incorporar explícitamente el debate entre distintas escuelas de pensamiento. Se señala que CORE corre el riesgo de proyectar en el estudiante la idea de un consenso disciplinar que en realidad no existe. En este sentido, existen quienes abogan por una enseñanza de la economía basada en debates interrelacionados sobre distintos problemas (desempleo, inflación, desigualdad, etc.) donde se contraste el abordaje que distintas escuelas de pensamiento hacen de dichos problemas. Frente a esto, cabe decir que la existencia de CORE no invalida el desarrollo de módulos basados en este enfoque alternativo de la "contraposición de escuelas", aunque no resulta evidente que sea este el camino más aconsejable a seguir en un primer curso de economía. No es bueno que ciertas perspectivas estén excluidas de la formación. Sin embargo, la búsqueda de mayor pluralismo no debería confundirse con inducir (y tan tempranamente) en los estudiantes la idea de que estudiar economía es como adherir al cuadro de futbol que más nos gusta.

Si bien existen razones pedagógicas que justifican evitar exponer tempranamente a los estudiantes a la frontera de investigación, resultaba natural preguntarse cuánto de esta brecha entre lo que se enseña y lo que se investiga podía seguir tolerándose. Seguramente, el ajuste será lento y nos deparará más novedades. Por el momento, CORE ofrece una ruta de cambio incremental y pragmática que apunta a acortar dicha brecha y responder a cierto clima de desencanto con la economía que se enseña en las aulas.

 


[1] Sobre la distinción entre economía ortodoxa, heterodoxa y mainstream vale la pena leer "The changing face of mainstream economics" de David Colander.

[2] Los altos costos de acceso a los materiales de estudio son objeto de preocupación en Uruguay y en todo el mundo.

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