--Adriana Peluffo, Mauricio Suárez

El pasado miércoles 8 de diciembre, se desarrolló la mesa redonda “TLC Uruguay – China: oportunidades y desafíos. La visión de las organizaciones sociales” con la participación de representantes de diferentes organizaciones de la sociedad civil. En el encuentro se abordaron diferentes temas de interés para las organizaciones, que se resumen en esta entrada del blog.

La mesa fue abierta por el decano de la Facultad, Jorge Xavier, quien a modo introductorio planteó ejes de discusión en torno a las implicancias de un eventual TLC con el país asiático “¿Quién puede resistirse a un TLC con China?” fue la primera pregunta que lanzó en esa incitación a la reflexión, pero que continuó con la interrogante “¿Qué puede ofrecerle Uruguay a China?” alertando de los riesgos de una posible primarización de la oferta exportadora de nuestro país. A su vez esta discusión se da en el marco de un proceso de integración regional del que Uruguay forma parte, el MERCOSUR, por lo cual estas preguntas van acompañadas de un cuestionamiento adicional “¿Es posible un acuerdo bilateral?”.

A continuación, se abrió la mesa a la participación de los invitados. Bajo la moderación del Ec. Germán Deagosto, el primer exponente fue Álvaro Lalanne cuya ponencia de corte académico ofreció de marco para el debate posterior. Lalanne, expuso sobre el contexto de la política comercial uruguaya para comprender la dimensión y poner en perspectiva la eventual firma de un acuerdo de libre comercio Uruguay-China. El elemento central de la política comercial uruguaya es el MERCOSUR como mecanismo de integración regional que, aunque tuvo inicialmente objetivos muy ambiciosos, hoy se trata de una Zona de Libre Comercio con un acuerdo de alta protección con terceros países. En consecuencia, Uruguay se enfrenta hoy a un bajo nivel de acceso a mercados y a un proceso de primarización de su canasta de exportaciones aún sin TLC con China. La relación entre primarización y acuerdos comerciales es, atendiendo a la pregunta del decano, compleja y lejos de ser lineal. Dado que los aranceles suelen ser mayores para bienes con mayor grado de valor agregado, no puede descartarse la hipótesis de que el escalar “aguas arriba” en los procesos productivos para la exportación sea la forma de hacer competitiva la producción nacional en mercados extranjeros. Además, se ha verificado una tendencia a la concentración de las empresas exportadoras uruguayas. No obstante, Lalanne subrayó que en este contexto, no debe olvidarse que un TLC es un instrumento más de la política comercial del país, por lo cual otras medidas como la facilitación del comercio, la captación de inversiones u otras medidas unilaterales deben tenerse presente al discutir la inserción internacional del Uruguay.

Como primera exponente de las organizaciones sociales habló Rocío Lapitz en representación de la Asociación Rural del Uruguay. Su mensaje fue claro respecto a que el sector agroexportador es el ganador de este posible TLC. Uruguay tiene una gran concentración de productos exportados a China, lo cual es particularmente cierto en la cadena cárnica, aunque también en otros rubros agroindustriales como la lana, los vinos y la soja. Todo ello hace que el pago de aranceles para acceder a ese mercado sea importante, en particular si se tiene en cuenta que otros países competidores como Nueva Zelanda y Australia ya cuentan con preferencias arancelarias. Sin embargo, los aranceles no son lo único importante, también es relevante para la Asociación la habilitación de rubros (como la carne ovina y porcina), las medidas sanitarias y fitosanitarias, y la facilitación de comercio (por ejemplo, respecto a las cuarentenas exigidas a los granos). Finalmente, reconoció que existen riesgos como lo son la presencia de sectores sensibles a un acuerdo y la posible concentración de mercados, respecto a lo último señaló que esto puede ser limitado si este TLC se vuelve el primero de muchos que contribuyan a la diversificación de los destinos de las exportaciones.

Alma Espino, representante del Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Desarrollo, fue la segunda en hacer uso de la palabra. El eje de su exposición fue introducir la perspectiva de género a las discusiones sobre política comercial, como forma de evitar que estas políticas sean ciegas al género ¿Por qué analizar un TLC con perspectiva de género? Porque el género es una construcción histórica, social y cultural que se expresa luego en la posición en que ocupan hombres y mujeres en los hogares y en el mercado laboral, donde se verifica la segregación ocupacional tanto horizontal como vertical. Por ende, cuando hay situaciones desiguales como las que se observan respecto al género, el impacto de las políticas comerciales no va a ser neutral a esas diferencias estructurales. De esta manera, el estudio con perspectiva de género permite analizar los efectos redistributivos de una política como el TLC, que a priori puede acrecentar o erosionar desigualdades de género. Una primera aproximación a la estructura comercial con China, muestra que un acuerdo no parecería contribuir ni a diversificar la canasta exportadora ni a diversificar la matriz productiva, por lo cual no sería favorable al empleo de las mujeres. Pero la pregunta que debemos hacernos para Espino no es entonces, si se firma o no un TLC, sino si se firma… ¿qué se hace en materia de políticas públicas (laborales, de cuidados, etc.) para atender estas desigualdades?

La tercera oradora fue Viviana Barreto, quien participó en nombre de REDES – Amigos de la Tierra. La primera parte de su exposición estuvo centrada en darle a un eventual acuerdo la importancia que debe tener para un país como el Uruguay, para luego insertarlo en una discusión más profunda sobre el modelo de desarrollo que debe seguir el país. China es un actor global con fuertes intereses geopolíticos y que es un posible game-changer para Uruguay, que tiene una oferta exportadora hacia aquel país concentrada en artículos de bajo contenido tecnológico (mientras que lo inverso es válido para China). Pero un TLC, no sólo puede traer cambios en el relacionamiento entre estos dos países sino también, y muy especialmente, con los socios de Uruguay en el MERCOSUR. En este sentido, y retomando la interrogante del decano, entiende que no debe descartarse un escenario de ruptura con el bloque, lo que sería un hito al menos tan importante para la historia comercial de Uruguay como su ingreso. No obstante, lo central no es evaluar simplemente el impacto de cualquiera de estos escenarios en el producto interior bruto, sino en algo más importante para el futuro del país: su desarrollo. La discusión sobre la inserción internacional debe ser una discusión sobre el modelo de desarrollo del país que actualmente es uno basado en la exportación. Al pensar en términos de desarrollo, es preciso incorporar dimensiones como la justicia ambiental, económica y social. Sobre las últimas dos, las políticas de empleo cobran fundamental importancia. Sobre la primera es preciso señalar que la intensificación de la producción agropecuaria puede tener efectos nocivos (por ej. sobre la salud), por lo cual la producción agroecológica como derecho y como forma de vida no puede escapar al debate sobre el modelo de desarrollo. En particular, preocupa la financiarización de la naturaleza y las tendencias a la concentración y extranjerización de la tierra, porque en un debate que tenga por centro al desarrollo la discusión debe darse desde una perspectiva de derechos como los laborales, y de acceso al territorio.

El siguiente en la lista de participantes fue el secretario de Relaciones Internacionales del PIT-CNT, Jorge Bermúdez, que expuso en nombre de la central sindical. Bermúdez destacó la importancia de debatir este tema y quitarle el halo de secretismo que pareciera haberse instalado, sin embargo reconoció que en ese debate el PIT-CNT aún no tiene una postura definida. En su exposición resaltó que China no sostiene valores democráticos y que lo que hace aquel país es ir por los recursos naturales que necesita para su modo de producción básicamente capitalista. Por esa y otras razones, la mirada política del PIT-CNT está puesta en la integración regional, en el MERCOSUR, bajo el supuesto de que un acuerdo de libre comercio con China profundizaría la matriz productiva primaria del país. Por último, sostuvo que, como movimiento sindical, a este acuerdo hay que analizarlo en base, fundamentalmente, al contexto geopolítico, y en ese debate es que en la central se están iniciando. Para finalizar, resaltó que una alternativa TLC sí y MERCOSUR no, sería una pésima decisión.

Sebastián Pérez, representante de la Cámara de Industrias del Uruguay, continuó con la ronda destacando como su antecesor que es preciso vencer el secretismo en las discusiones de política internacional del Uruguay. Lo primero es reconocer la situación actual, y en este sentido, no convence el modelo de desarrollo uruguayo basado en productos primarios o agroindustriales que son bienes que no llegan ni al 10% del comercio internacional y que se caracterizan por altas volatilidades de precios que son difíciles de administrar. El MERCOSUR, por su parte, es un ninguneo permanente para Uruguay. Y, en tercer lugar, tenemos un gran debe como sociedad que es la emergencia educativa. Para Pérez, más allá de este acuerdo comercial en particular, vamos a enfrentar a un mundo con otra lógica educativa y las posibilidades de desarrollo de Uruguay están en la superación de la crisis actual que permita competir con el resto del mundo. En cuanto a este TLC en concreto, perder una oportunidad comercial no vale la pena. La Cámara incluso contrató al consultor chileno Rebolledo para estudiar el eventual impacto del TLC, quien junto a Milenka Montt elaboraron el informe presentado el 7 de diciembre (al que se puede acceder aquí). Como parte de esta reflexión en torno a la oportunidad que se presenta, se han preguntado por los intereses de China y de Uruguay en esta negociación. Los intereses de China son básicamente geopolíticos, y los uruguayos básicamente comerciales (reducción arancelaria, facilitación de comercio, atracción de inversiones). Además, la firma de un TLC daría acceso preferente y permanente a insumos de la industria que hoy ingresan por medio de excepciones que tienen fecha de caducidad (como la admisión temporaria). Por lo tanto, los impactos del TLC deben ser debidamente estudiados en sus múltiples dimensiones, pero lo que sí es necesario hacer es recuperar la soberanía en la política comercial y no depender del ninguneo regional, hay que meter el “Itamarazo” para no caer en una disyuntiva poco favorable de TLC sí, MERCOSUR no.

Cerrando la mesa, participó virtualmente Ana Laura Fernández por la Cámara de Comercio y Servicios del Uruguay. Ante la eventualidad de un acuerdo de libre comercio con China, la cámara se contactó con las empresas asociadas para encuestarlas sobre su percepción. En términos generales, la mayor parte de las empresas (57%) ve positivamente un acuerdo de estas características por su efecto en su sector de actividad. Los tres principales motivos por los que ven con buenos ojos al TLC son: por el aumento de la diversificación de la oferta exportadora con bienes de mayor valor agregado, el intercambio de tecnología y conocimientos para mejorar los procesos productivos y el ablandamiento de las medidas fitosanitarias (principalmente para el sector agroexportador). De todas formas, existen aspectos en los que es necesario mejorar para aprovechar óptimamente este acuerdo. El primero de ellos es la competitividad logística y en especial el funcionamiento portuario. El segundo es en la agilización de los procesos administrativos en organismos públicos como el MGAP, MIEM y Aduanas. Por último, enfatizó en que el apoyo a las MIPYMES es fundamental para que puedan aprovechar las potencialidades del relacionamiento comercial, una forma podría ser incluyendo un capítulo específico en el Tratado que atienda a la particularidad de estas firmas.

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