Grecco Picardo
Estudiante de la Licenciatura en Economía
Cada mañana, miles de trabajadores informales inician su jornada laboral en una zona de sombras, produciendo ingresos sin la red de seguridad de un contrato registrado. No acumulan años para su jubilación, no tienen licencias por enfermedad y carecen de seguro frente a accidentes. No constituyen una minoría: según los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística (INE), la tasa de ocupación informal en Uruguay se ubicó en el 22,7% durante el último trimestre de 2024 (INE, 2024a). Esta cifra representa a cerca de 390.000 personas, una población superior a la suma de los departamentos de Maldonado y Salto (INE, 2024b).
Detrás de esta fría estadística se esconde un fenómeno complejo: cada trabajador informal es un futuro jubilado con una historia laboral incompleta y un contribuyente involuntario al desequilibrio financiero del sistema previsional. Tras la reciente reforma en la seguridad social, una base de aportantes debilitada por la informalidad supone una amenaza a la viabilidad del pacto social.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de informalidad laboral?
El concepto de informalidad ha evolucionado para captar una realidad laboral cada vez más heterogénea. El INE utiliza dos mediciones complementarias para entender sus dimensiones. La definición clásica considera «informal» a todo trabajador asalariado que no realiza aportes a la seguridad social y la ampliada, la cual tiene en cuenta a cuentapropistas y patrones de microempresas no registrados (INE 2024c). Esta distinción no es un mero tecnicismo; la medición ampliada eleva la tasa del 21,7% al 22,7% (INE, 2024a), sumando a miles de microemprendedores y cuentapropistas a esta realidad de desprotección.
Un mapa de la desigualdad: geografía y demografía
La informalidad no se distribuye de manera homogénea. Dibuja un mapa de la fractura estructural del país, con los departamentos fronterizos del norte presentando las tasas más alarmantes, como Artigas, Rivera y Cerro Largo, que superan el 40% en algunos casos.

Mapa 1. Fuente: Elaboración propia en base a ECH 2024 (INE)
Nota: Sólo se etiquetan departamentos con informalidad superior al 30%
El Mapa 1 confirma esta distribución desigual, evidenciando que la informalidad no es solo un fenómeno fronterizo: Cerro Largo lidera con 49.1%, seguido por Rivera (46.9%) y Artigas (45.1%), mientras que departamentos como Rocha (34.9%) también presentan tasas elevadas.
Esta concentración geográfica responde a economías menos diversificadas, con fuerte peso de actividades agropecuarias de subsistencia y un inestable comercio fronterizo (INE, 2024c).
En cuanto al género, la tasa de informalidad es levemente superior en hombres (23,6%) que en mujeres (21,6%) (INE, 2024a). Esto se explica en gran medida por la alta concentración masculina en sectores como la construcción y el transporte de carga. Sin embargo, las mujeres enfrentan otras formas de precariedad, como una mayor subutilización de la fuerza de trabajo y una brecha salarial que favorece a los hombres en aproximadamente un 10% (INE, 2024d).
El costo multidimensional de la informalidad
Las consecuencias de la informalidad se ramifican en tres niveles, creando un círculo vicioso de precariedad y baja productividad.
Para el trabajador, la informalidad se traduce en vulnerabilidad permanente. Sus ingresos suelen ser más bajos y volátiles, y carece de acceso a aguinaldo, salario vacacional, licencias por enfermedad o cobertura de accidentes laborales. Además, no construye un futuro previsional. La literatura especializada documenta que los trabajadores informales, en promedio, perciben ingresos significativamente menores que sus pares formales con características similares (Maurizio, 2014).
A nivel macroeconómico, la informalidad segmenta la economía y lastra la productividad agregada. Las empresas informales, para evitar ser detectadas, tienden a permanecer pequeñas, no invierten en tecnología y carecen de acceso al crédito formal (Redalyc, 2023). Esto crea una «economía de dos velocidades»: un sector formal, integrado y con mayor productividad, y un vasto sector informal de supervivencia.
Esto crea repercusiones previsionales, muchos trabajadores informales no contribuyen durante su vida activa, pero una proporción significativa accederá a prestaciones no contributivas en la vejez. Estudios basados en historias laborales sugieren que cerca de la mitad de la población en edad de retiro no alcanzará los 30 años de cotización exigidos para una jubilación contributiva tradicional (Apella & Zunino, 2020, p. 26). Como resultado, los egresos no contributivos crecen y deben financiarse con impuestos (BPS, 2024; Zunino et al., 2024, p. 2).
Las causas de un problema persistente
La persistencia de la informalidad no responde a una única causa, sino a un entramado de factores. Aunque instrumentos como el monotributo simplificaron trámites y redujeron aportes, la falta de cotización entre trabajadores independientes sigue siendo muy alta. Asimismo, algunas transferencias no contributivas, al condicionar la elegibilidad a ingresos formales, redujeron los incentivos a registrarse, reforzando la permanencia de esquemas informales (Amarante et al., pp. 7-12).
Otros factores incluyen una estructura productiva con fuerte peso en sectores como la construcción y los servicios personales que facilitan las prácticas no registradas. A esto se suma una fiscalización limitada y las nuevas modalidades de trabajo en plataformas, que han creado «zonas grises» regulatorias. El CINVE advierte que la creciente participación de los cuentapropistas y el trabajo en plataformas se traduce en una menor protección ante shocks y una peor base de financiamiento para el sistema (Zunino et al., 2024, pp. 55-56). Por último, existe una percepción individual, especialmente entre los jóvenes, que privilegia la liquidez inmediata sobre el beneficio futuro e incierto de una jubilación, viendo la informalidad como una elección racional de corto plazo.
Tres ejes para promover la formalización
La informalidad no es inevitable. Es, en gran medida, la respuesta racional de trabajadores y empresas a un entorno con barreras y desincentivos. Reducir la tasa del 22,7% que hoy presenta Uruguay requiere un enfoque integral, lejos de soluciones mágicas.
Reducción de la «cuña fiscal» y simplificación regulatoria: La carga de los aportes a la seguridad social crea una brecha sustancial entre lo que el empleador paga y lo que el trabajador recibe, actuando como una potente barrera a la formalidad. Una estrategia efectiva es implementar medidas transitorias de contribución —aportes progresivos o reducidos al inicio de la formalización— y/o un régimen simplificado de contribuciones para cuentapropistas. Este enfoque, recomendado por la OIT y el Banco Mundial, es una vía para fomentar la formalización y ampliar la inclusión de trabajadores informales en los sistemas de seguridad social, siempre que se diseñe considerando el contexto nacional y se acompañe de políticas complementarias (International Labour Organization, 2021; International Labour Organization, 2024; Loayza, 1997).
Adecuar la seguridad social a la realidad del trabajo del siglo XXI: Para muchos trabajadores informales, los beneficios de la seguridad social tradicional no son percibidos o no son accesibles. Se podría explorar la creación de un monotributo social o un sistema de aportes escalonados que permita a los cuentapropistas acceder a una canasta básica de beneficios (atención médica, seguro de accidentes y jubilación mínima) a través de un aporte fijo y reducido. Este esquema, que se ajustaría a las fluctuaciones de sus ingresos, haría el beneficio de la formalidad más tangible, ofreciendo una red de seguridad que hoy no existe. El CINVE subraya la necesidad de revisar el régimen de aportación para Mipymes y autónomos, recomendando avanzar hacia aportes por ingresos reales para incrementar la equidad.
Educación, información y fiscalización inteligente: Buena parte de la informalidad se debe a la falta de información sobre sus riesgos y beneficios. Muchos trabajadores no son plenamente conscientes de las prestaciones a largo plazo que pierden, ni de los riesgos de desprotección a los que se exponen. Una campaña de comunicación masiva es indispensable para mostrar el valor de la formalidad. A su vez, la fiscalización debe ser estratégica y no meramente punitiva. Se debe priorizar un enfoque basado en datos que identifique los sectores y zonas geográficas con mayores tasas de informalidad, como los departamentos del interior, para intervenir de forma focalizada. El objetivo es guiar y simplificar el proceso de formalización, demostrando que es un camino viable y beneficioso para todos.
Conclusiones
La informalidad laboral en Uruguay es más que una cifra estadística; es un desafío estructural que pone en jaque la equidad del mercado de trabajo y la sostenibilidad del sistema previsional. La simplificación de procesos, la flexibilidad en aportes y una fiscalización estratégica son inversiones en capital humano y en la resiliencia del estado de bienestar. La pregunta ya no es si existe el problema, sino si queremos hacer de la formalidad la opción más clara y beneficiosa para todos. En consecuencia, las políticas deben ser coordinadas, transitorias cuando corresponda, y acompañadas de medidas sociales que eviten costos indeseados a los trabajadores.
Referencias
Amarante, V., Arim, R., & Yapor, M. (2015). Desigualdad e informalidad en Uruguay. En CEPAL, Desigualdad e informalidad: Un análisis de cinco experiencias latinoamericanas. CEPAL.
Apella, I., & Zunino, G. (2020). Historias laborales y densidad de cotizaciones al sistema de pensiones de Uruguay. Banco Mundial.
Banco de Previsión Social (BPS). (2024). Proyección financiera del sistema previsional no contributivo administrado por el Banco de Previsión Social. BPS. Ver documento
Zunino, G., Pereyra, E., Riella, F., & Rocca, I. (2024). Hacia una nueva etapa de transformaciones en la Seguridad Social: agenda pendiente y dilemas planteados. Observatorio de Seguridad Social, Centro de Investigaciones Económicas (CINVE). Ver informe CINVE
Instituto Nacional de Estadística (INE). (2024a). Fuerza laboral: Subutilización e informalidad. INE. Disponible en línea
Instituto Nacional de Estadística (INE). (2024b). Boletín técnico: Mercado de trabajo diciembre 2024. INE. Disponible en línea
Instituto Nacional de Estadística (INE). (2024c). Informe de informalidad y subutilización. INE. Disponible en línea
Instituto Nacional de Estadística (INE). (2024d). Boletín técnico: Diferenciales de género 2024. INE. Disponible en línea
International Labour Organization (ILO). (2021). Extending social security to workers in the informal economy: Lessons from international experience. ILO. Disponible en línea
International Labour Organization (ILO). (2024). Strategy for the promotion of formalization in Latin America and the Caribbean (2024-2030). ILO. Disponible en línea
Loayza, Norman V.. The economics of the informal sector : a simple model and some empirical evidence from Latin America (English). Policy, Research working paper ; no. WPS 1727. Washington, D.C. : World Bank Group. Ver documento
Maurizio, R. (2014). Informalidad laboral y brechas salariales en América Latina. Serie Investigaciones, 14(6), 1-25.
Redalyc. (2023). Informalidad laboral en Uruguay entre 2010-2022. Revista de la Facultad de Ciencias Sociales, (23). Disponible en línea
