Trabajo escrito en el marco del concurso de artículos para el Blog Economía Abierta, dirigido a estudiantes de la Licenciatura en Economía
Andrés Rijo e Ignacio Silvera
Estudiantes de la Licenciatura en Economía
En este breve artículo buscamos presentar, de manera sintética, algunos aspectos centrales de la teoría y la investigación sobre innovación y desarrollo, junto con una mirada al caso de Uruguay.
Historia y Teoría
En 1930, el economista británico John Maynard Keynes publicó Economic Possibilities for our Grandchildren, donde reflexionó sobre el futuro y se preguntó: “¿Qué podemos esperar razonablemente que sea el nivel de nuestra vida económica dentro de cien años?”. En plena Gran Depresión, advirtió el notable cambio en el ritmo del progreso tecnológico e introdujo un nuevo concepto: el desempleo tecnológico. Desde entonces, los economistas han debatido este fenómeno, preocupados por la idea de que el trabajo humano se tornaría irrelevante a medida que las máquinas reemplazaran a los trabajadores.
Joseph Schumpeter (1934), un destacado economista austríaco cuya obra se desarrolló en la primera mitad del siglo XX, sostuvo que la innovación es el fenómeno fundamental del desarrollo económico. La definió como un proceso de destrucción creativa: en lugar de aumentar la cantidad de maquinaria o de trabajo, la innovación implica dar un uso nuevo a los recursos productivos ya existentes. Los efectos de este proceso —principalmente sobre el empleo y las calificaciones laborales demandadas— han sido ampliamente estudiados (Bianchi y Laguna, 2020).
La innovación suele despertar tanto entusiasmo como recelo. A la vez que promete grandes beneficios para la sociedad, también acelera la automatización de tareas que antes dependían del trabajo humano. La preocupación y la resistencia frente al cambio tecnológico tienen una larga historia (Aghion et al., 2021, pp. 40–50), y persisten también en el ámbito académico. En la década de 1990 surgió una amplia literatura económica sobre el cambio tecnológico sesgado hacia las habilidades: la idea de que el progreso tecnológico puede dejar sin empleo o con menores salarios a los trabajadores menos calificados (Aghion et al., 2021, p. 50).
Efectos de la innovación
Los efectos de la automatización no siempre son intuitivos. De hecho, bajo ciertas condiciones, puede incluso tener consecuencias positivas sobre el empleo dentro de una empresa. Al automatizar, la firma se vuelve más productiva, logra ofrecer precios más bajos a los consumidores y, en consecuencia, capta una porción mayor de la demanda, lo que potencialmente puede traducirse en un aumento del número de trabajadores.
Lo anterior dice poco sobre lo que ocurre a nivel agregado en la economía. Sin embargo, Aghion et al. (2021) encontraron una relación positiva entre automatización y empleo, tanto a nivel de empresa como en el conjunto de la economía, e incluso entre los trabajadores con menor calificación. No obstante, los autores también advierten que la automatización puede perjudicar a aquellas empresas que no logran adaptarse al cambio, reduciendo su participación en el mercado o llevándolas, en algunos casos, a la quiebra.
La velocidad del cambio tecnológico genera una sensación de urgencia. El impacto que la innovación puede tener sobre el empleo es un punto importante del debate en torno a las políticas públicas. Surge entonces una pregunta: ¿qué cabe esperar en un contexto de fuerte innovación en Uruguay?
Por desgracia, la economía no puede ofrecer una respuesta siempre válida. La innovación puede reducir costos y trasladar esas mejoras a los precios, impulsando la demanda y, a su vez, al empleo. Pero también puede automatizar tareas antes realizadas por personas y, en consecuencia, generar desempleo. Cuando la innovación reemplaza trabajo humano hablamos de efecto desplazamiento, mientras que a su capacidad de crear nuevos empleos se la llama efecto compensación (Peluffo y Correa, 2025).
En resumen, que la innovación no incremente el desempleo dependerá de que el efecto compensación supere o anule al efecto desplazamiento, y en este proceso median las reglas del juego de la economía y las estructuras de mercado. Ahora bien, incluso si el efecto compensación resulta suficiente, la calificación requerida en los nuevos puestos de trabajo puede no ser la misma: es posible que aumente la proporción de empleos que demandan mayores habilidades (Peluffo y Correa, 2025).
La evidencia para Uruguay
Una buena forma de aproximarnos a los posibles efectos de la introducción de nuevas tecnologías —como los recientes avances en inteligencia artificial— es observar la evidencia empírica disponible. Aunque la mayoría de las investigaciones en este campo se han realizado en países desarrollados, también contamos con estudios centrados en el caso uruguayo.
Laguna y Bianchi (2020) encontraron que todas las estrategias de innovación tienen un efecto neto positivo sobre el empleo, mientras que la falta de esfuerzos deliberados por innovar tiende a tener efectos negativos. De manera similar, Peluffo y Correa (2025) hallan que la innovación de cualquier tipo tiene un impacto positivo sobre el nivel de empleo, pero al mismo tiempo incrementa la demanda de trabajo más calificado. Este último punto sobre la calificación del trabajo resulta especialmente relevante para el diseño de políticas públicas.
La evidencia anterior sugiere que una mayor innovación es deseable en términos de empleo, pero también que, para aprovechar de mejor manera sus beneficios, es preciso atender a la creciente demanda de trabajo calificado. En consecuencia, resulta clave comprender cómo se promueve la innovación dentro de una economía.
Política económica desde esta mirada
Philippe Aghion, Céline Antonin y Simon Bunel (2021) recomiendan prestar atención al balance de tres pilares: el Estado, el mercado, y la sociedad civil. El mercado brinda un marco donde las empresas innovadoras pueden competir; el Estado establece reglas del juego que favorecen la innovación, y la promueve; y la sociedad civil procura el buen funcionamiento del Estado, así como resultados eficientes y justos.
En el pasado, muchos modelos económicos sobre innovación sostenían que la competencia era perjudicial para innovar. Sin embargo, la evidencia empírica y los modelos más recientes muestran lo contrario. Aghion y Howitt (2009) señalan que la competencia en los mercados fomenta la innovación, ya que empuja a las empresas a mejorar para sobrevivir.
Los mismos autores destacan la importancia de diferenciar entre países que se encuentran en la frontera tecnológica y los que no. Los esfuerzos más razonables para los países dependen de dónde se encuentren en este eje: los países en la frontera tecnológica pueden obtener mayores beneficios enfocándose en la educación terciaria, mientras que los demás deberían priorizar la educación primaria y secundaria para acercarse a la frontera (Aghion y Howitt, 2009, pp. 302–311).
Otro factor relevante es la estabilidad económica: un mayor riesgo puede desincentivar la inversión en tecnologías recientes, obstaculizando el proceso de destrucción creativa (Aghion y Howitt, 2009, pp. 341–347). Finalmente, las reglas del juego institucional también tienen un papel clave en la promoción de la innovación. Un marco regulatorio favorable permite la entrada de nueva competencia y facilita el intercambio de ideas entre innovadores y entre países (Aghion et al., 2021, pp. 32–35).
Reflexión final
La reciente concesión del Premio Nobel de Economía a Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt invita a pensar al desarrollo de nuestra economía a partir de su trabajo sobre el crecimiento impulsado por la innovación, que subraya la relevancia de políticas que fomenten la competencia, la educación y marcos institucionales favorables a la innovación.
A lo largo de la segunda mitad del siglo pasado, el producto per cápita uruguayo pasó de representar cerca de la mitad del estadounidense a casi un quinto (Casacuberta et al., 2006), reflejando una importante divergencia y un crecimiento promedio magro en el período. El cambio tecnológico y la adopción de mejores prácticas explican buena parte de estas brechas de crecimiento, y a principios de este siglo el rendimiento de la economía uruguaya en este eje, en promedio, tampoco mejoró sustancialmente (Domínguez et al., 2014). Esto resalta un problema de largo plazo para el desarrollo de la economía uruguaya que merece ser abordado.
Agradecemos al Prof. Carlos Bianchi por su amable disposición y por habernos brindado bibliografía valiosa para la elaboración de este artículo.
Bibliografía utilizada
Aghion, P., Antonin, C., & Bunel, S. (2021). The Power of Creative Destruction: Economic Upheaval and the Wealth of Nations (J. Cohen-Tanugi, Trad.). Belknap Press of Harvard University Press.
Aghion, P., & Howitt, P. (2009). The economics of growth. MIT Press.
Casacuberta, C.; Gandelman, N. & Soto, R. (2006). Long-run growth and productivity changes in Uruguay: evidence from aggregate and industry level data. (Documento de Trabajo no. 27). Montevideo: Universidad ORT Uruguay. Facultad de Administración y Ciencias Sociales.
Domínguez, M., Lanzilotta, B., Rego, S., & Regueira, P. (2014). Productividad total de los factores en Uruguay (1991–2013) (Documento de Trabajo No. 01/2014). Centro de Investigaciones Económicas (CINVE). https://www.cinve.org.uy/wp-content/uploads/2014/10/DT-01-2014_PTF.pdf
Keynes, J. M. (1930). Economic possibilities for our grandchildren.
Laguna, H., & Bianchi, C. (2020). Firm’s innovation strategies and employment: New evidence from Uruguay (Documentos de Trabajo, DT 06/2020). Instituto de Economía, Facultad de Ciencias Económicas y Administración, Universidad de la República, Uruguay.
Peluffo, A., & Correa, A. (2025). Revisiting the Analysis of Innovation on Employment: An Analysis for Uruguay (Documento de Trabajo, DT 20-25). Instituto de Economía, Facultad de Ciencias Económicas y Administración, Universidad de la República, Uruguay.
Schumpeter, J. (1934). The theory of economic development: An inquiry into profits, capital, credit, interest, and the business cycle (R. Opie, Trans.). Harvard University Press.
